En medio de la muchedumbre de encapuchados hay estudiantes cuya motivación es la simple cizaña, la cobardía y la destrucción. Su moral es la de la pandilla. No hay ninguna causa ni motivo noble, sino la simple expresión de su infantil y caprichosa insolencia, carente de todo escrúpulo.
Yo ya sé hacia dónde conducen estos debates: primero ocuparán las primeras planas y titulares en casi todos los medios, y luego se apagarán casi por completo. Resurgirán con una próxima cruel y traumática masacre. Será el nuevo deja vu.
Si insistimos en portarnos mal y competidores que creíamos fuera de juego, como la ex Argentina de los Kirchner, empiezan a portarse bien, estaremos en serios problemas.
Durante las fiestas del último Año Nuevo más de mil hombres en la ciudad de Colonia, Alemania, se lanzaron a atacar sexualmente a cientos de mujeres que celebraban en las calles. Los atacantes eran, prácticamente sin excepción, de origen inmigrante
A los ciudadanos en edad de votar, el gobierno de Michelle Bachelet los trató como niños de pre-básica. No hay peor despotismo, decía Kant, que el paternalismo gubernamental. Eso fue lo que mostró el gobierno al subestimar a los ciudadanos con un cuento de animales.
En estos años cambiaron la gente y la Presidenta, pero quizás solo la gente se percató del distanciamiento. Por eso fue percibiendo a Bachelet con creciente frialdad y desencanto.
Ese personaje inolvidable de Downton Abbey que es Lady Grantham nos recuerda, cuando su nieta se va a Suiza, que […]
Ha habido un utopismo liberal que ha sido dañino, porque ignora los duros desafíos de la libertad y la necesidad […]
Nuestra Presidenta, con buena parte de la élite financiera, ha regresado de Inglaterra. El gobierno inglés no se veía tan […]
Quemar edificios, con o sin personas dentro, no es protesta ni libre expresión: es criminalidad pura y dura.
En algún punto se encontrarán con los que sí estudiaron e hicieron lo que tenían que hacer, y con ellos no podrán competir.
Las constituciones surgen como freno y límite a la acción de los gobiernos, para resguardar y proteger las libertades y derechos fundamentales de las personas frente a eventuales arbitrariedades de las autoridades.
En Chile algunos parecen mirar con cierta condescendencia las dictaduras socialistas, considerándolas como simples tropiezos, como una perversión de su ideal, y no como clara y brutal expresión del mismo.
Es por supuesto legítimo hacer petición a la autoridad. Lo que no corresponde es que esta quiebre el principio central del estado de derecho según el cual las reglas del juego deben ser siempre imparciales y abstractas, es decir, no pueden privilegiar a nadie en especial.
Si el Gobierno tiene una propuesta de reforma, que sea honesto y la someta al procedimiento del Capítulo XV de la Constitución, pero que no la disfrace como la opinión del pueblo.
Muchos hablan de descentralizar pero quieren mantener la dependencia con respecto al centro político administrativo.
¿Corresponde a un exiliado chileno callar ante los abusos por haber recibido un departamento, una beca, un puesto de trabajo, un seguro de salud o una visa de salida múltiple de la RDA?
Mientras los escandinavos llevan más de una década liberalizando su burocrática estructura clientelar; innovando y adaptándose a las nuevas tecnologías, en Chile seguimos en discusiones decimonónicas como el reemplazo en huelga o la prohibición de Uber.
La reforma laboral es un proyecto económicamente demencial que busca traspasar un enorme poder a los sindicatos y, así, indirectamente, al Partido Comunista.
¿Qué pasará cuando la automatización, la robótica y el «Internet de las cosas» avancen aún más en la industria, la enseñanza, el hogar y en el propio Estado?
«El progreso es imposible sin cambio, y aquellos
que no pueden cambiar sus mentes,
no pueden cambiar nada»