Es plausible que los resultados del domingo acaben con el Octubrismo y el maximalismo político post-18-O que ha embriagado a muchos que creían poseer un supremacismo moral y ayudar así, desde la moderación, a construir un país donde nos toleremos y no donde prime la lucha a muerte en Plaza Italia.
Para los clásicos griegos, lo contrario de la política era la barbarie. No era una distinción burda, sino que implicaba la diferencia radical entre el uso de la palabra y el simple recurso de la violencia.
El discurso anti elitista de Franco Parisi logró enganchar a parte de la clase media que, sin tener idea de los méritos del hijo de fulano o de lo bien que le fue en Harvard a zutano, se siente con el derecho de pelear una cuota de poder a diferencia de sus antepasados que de seguro hacían fila el día de las elecciones para preguntarle a su patrón por quién votar.
El domingo habló Piñera no sé en qué idioma, pero era imposible concentrarse. Más tarde apareció JAK hablando en chileno y terminó Boric en su ñuñoísmo.
Validando las encuestas previas, han pasado a segunda vuelta los candidatos Kast y Boric. Suman algo más del 53% de los votos. La lucha por el 47% restante será enconada. Para ganar, los dos tendrán que alejarse de la élite, acercarse a la gente y moverse al centro.
Si bien estos días celebraremos importantes elecciones donde elegiremos diversos cargos políticos, no podemos perder el foco de otro hito significativo que se llevará a cabo en nuestra región y que sin duda ha dado mucho que hablar.
Hoy se cumplió el plazo autoimpuesto por Henry Boys para acabar con el marxismo en Chile de acuerdo con la entrevista publicada en La Segunda el 18 de noviembre de 2016.
El diagnóstico es que las instituciones existentes (Harvard, Yale, Stanford, etc.,) están irremediablemente perdidas en manos de activistas de izquierda que las han capturado, tanto en su burocracia, como en su profesorado, llevándolas a una progresiva y dañina decadencia.
Hace pocos días el presidente del Banco Central, Mario Marcel, reconoció que “tenemos un cambio estructural en el mercado de capitales, producto de los retiros de ahorros previsionales”.
En una democracia es probable que existan "dictalovers". Lo que no debe olvidar el resto de los ciudadanos es que lo contrario a una dictadura es un estado de Derecho, con límites legales establecidos para quienes ejercen o aspiran a detentar el poder político.
Donde hay dictadura, los comunistas dicen que hay verdadera democracia. Ahí donde el pueblo se moviliza contra los jerarcas y oligarcas comunistas, como ocurrió en la RDA, Hungría, Polonia o Checoslovaquia, ellos ven enemigos del pueblo. Ahí donde hay opiniones distintas, donde hay personas que disienten de sus postulados, ellos ven socialdemócratas, neoliberales, traidores, revisionistas, fascistas.
José Antonio Kast ha puesto en jaque a toda la clase política y de paso también al establishment mediático chileno.
Elisa Loncón aboga por que allá continúe el terrorismo, es su táctica, no le importa, total a ella no le queman su casa. Vale la pena ver el video donde un camionero, frente a su camión recién quemado, enfrenta a un imaginario Héctor Llaitul a la cámara. Me gustaron los insultos que le da en mapudungún: “kutri ñuke marri chau”.
El domingo 21 habrá elecciones. Nunca ha sido más fácil el voto porque ahora las definiciones no se dan sobre sutilezas de políticas públicas sino que en torno a los principios que separan la civilización de la barbarie.
No corren buenos tiempos para la universidad. Lo que fuera un su tiempo “una comunidad de maestros y discípulos para el descubrimiento y comunicación de la verdad” hoy está lejos de serlo.
Una tregua de elites en torno a un reformismo responsable pareciera ser la única manera de evitar que la demagogia y la retroexcavadora se impongan en el debate público durante esta nueva década. Con todo, el espacio para ponernos de acuerdo y hacerles frente a estos tres desafíos económicos se acorta, y las campanas parecieran comenzar a doblar por nosotros.
Hace años que en el debate público chileno el foco central ha sido el llamado combate contra la desigualdad.
Giorgio Jackson dijo que “no hay ninguna evidencia que muestre que la vacuna covid” se hubiese descubierto “sin esquema de patentes”. Y nadie dice nada. Es como decir que no hay evidencia que de que Gabriel Boric se ahogaría si se tira por el río Baker sin salvavidas y con las manos amarradas.
¿Cómo es posible que la Convención pretenda entrometerse en las acciones que decide tomar una entidad autónoma? ¿Acaso la Convención aún seguirá dando señales equivocadas defendiendo a los violentistas y tomándose atribuciones las cuales exceden su mandato Constitucional?
'…nos inclinamos mayoritariamente por mantener el régimen presidencial, pero con una serie de cambios para lograr mayorías parlamentarias y niveles razonables de gobernabilidad y estabilidad…'.
«La libertad no se pierde por
quienes se esmeran en atacarla, sino por quienes
no son capaces de defenderla»