Cada dicho, cada aparición, cada tuit ha sido pensado con cautela. Y toda esta exposición, coordinación digital y apoyo, ha […]
Si se tratara de hacer una lista de opresiones que puede sufrir una mujer, Ayaan Hirsi Ali las reuniría casi […]
Hace unos años, en la mitad de un almuerzo de verano, el papá de un amigo empezó a despotricar contra […]
Antes de escribir esta nota hice una rápida encuesta. Sin rigurosidad metodológica y sólo por diversión, pregunté a un puñado […]
¿Puede suceder que el triunfo de Bolsonaro envalentone movimientos de derecha populistas en otras latitudes? Eso está por verse. Pero más incierto es que los genuinos demócratas estemos preparados para resistir y convencer de los males que trae tras de sí el populismo, sea del color que sea.
La posverdad es una forma elegante de decir 'mentira' y supone que una construcción discursiva puede ser más fuerte que los hechos.
En los últimos diez años el establishment ha construido consensos culturales impulsados por la agenda progresista. Quienes hoy se movilizan son justamente quienes fueron excluidos de esos acuerdos. Literalmente excluidos.
Por eso, para mí, lo más pertinente respecto a Bolsonaro sería insistir en que hay que saber esperarlo. Asumir que algún día llegará alguien así al poder y que esa es una buena razón para no otorgarle más atribuciones al Estado.
No hay libertad de expresión plena donde se teme, no solo ofender a un gobierno, sino además transgredir preceptos religiosos que pueden «ameritar» condena social, tortura, prisión y muerte por los métodos más terribles.
Lo interesante en el caso de la izquierda es que se muestra totalmente incapaz de hacer una autocrítica para entender por qué ha perdido de manera masiva el apoyo que históricamente obtuvo entre las clases obreras.
Un reciente estudio mostró que en el país hay una importante inclusión de la mujer a nivel educacional y social […]
Hay entonces que ponerse de acuerdo: o dejamos que sólo existan empresas chilenas, rentistas y regalonas o abrimos los mercados para que compitan.
¿No estamos ante una expresión más de esa supuesta violencia estructural cuando las mujeres que se arrogan el mando contra la violencia ejercida hacia su sexo, agreden e insultan a otras por no compartir su visión y métodos?
Hay que obligar al empresario a gastar plata como uno quiere. Esas son las ideas raras que se les ocurren a las personas hoy. Y ahora le tocó a lansa.
La distancia entre las expectativas generadas y las condenas obtenidas se transforma en un problema político, pues deslegitima a la institucionalidad completa, y pone en duda la utilidad de los tribunales de justicia.
El feminismo predominante hoy en día es un proyecto intolerante y anticientífico, cuyas principales víctimas son las mismas mujeres.
En Chile, el debate público, sereno y racional ha muerto. Todo lo que importa hoy en día es la pose moralista, es decir, la competencia que realizan opinólogos, políticos, periodistas y otros por incrementar su estatus moral frente al público.
Mucho se habla de cambiar las formas de hacer política, de renovarla, de hacerla más comprometida y sin embargo, a nivel subterráneo, se mantienen prácticas reñidas no solo con la probidad y transparencia sino también con la responsabilidad política en sus formas éticas.
Aquellos que firmaron la carta de apoyo a Lula da Silva menosprecian la justicia tanto como la democracia cuando no les son serviles a sus justificaciones.
Baradit, el escritor que ha hecho de la moralina una profesión en las redes sociales al ubicarse en el pedestal imaginario que éstas otorgan para juzgar todo, absolutamente todo, sin matices ni contextos.
«El progreso es imposible sin cambio, y aquellos
que no pueden cambiar sus mentes,
no pueden cambiar nada»