La evidencia sugiere que el programa modernizador capitalista chileno ha llevado a una persistente y valiosa reducción de la desigualdad económica, tanto de oportunidades y de movilidad social, como de ingresos.
Debemos abandonar el romanticismo de asumir que nuestro Estado está a la altura del Estado de Finlandia y que nuestro sistema educacional está produciendo el capital humano que tiene Noruega.
En entrevista del pasado domingo, el economista Sebastián Edwards afirmó que Chile volvería a ser un país mediocre, violento y con instituciones débiles.
No es la desigualdad lo que debiera importar desde el punto de vista moral, sino la pobreza.
«La libertad no se pierde por
quienes se esmeran en atacarla, sino por quienes
no son capaces de defenderla»