Universidades, sueldos y prestigio
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Publicado en La Tercera - Pulso, 19.05.2024Hace un año nos dejó Robert Lucas, premio Nobel de Economía 1995 y uno de los más brillantes economistas del siglo XX. Hoy, cuando nuestro país parece no dar con la fórmula para reencontrar el rumbo al desarrollo, resulta interesante recordar sus reflexiones.
Hay una cita que es especialmente clara: «Para que el crecimiento del ingreso ocurra en una sociedad, una gran parte de las personas deben experimentar cambios en las vidas posibles que se imaginan para ellos mismos y sus hijos. Estas nuevas visiones deben tener la fuerza suficiente para llevarlos a modificar la manera en que se comportan, el número de hijos que tendrán, y la esperanza de invertir en ellos, la manera en que invierten su tiempo».
«Darle prioridad de políticas de fomento a la igualdad al interior de un país puede generar a largo plazo una mayor desigualdad de ese país con respecto a los más ricos».
Para llevar su mirada a la práctica hay al menos 4 desafíos que abordar:
1. Cambiar las vidas que imaginamos. Al traer el futuro al presente lo primero que aparece en la mente de las personas es el bienestar de su descendencia. Hay metas que no podemos lograrla nosotros, pero que sí pueden beneficiar a nuestros hijos, a las generaciones futuras, legándoles un mundo mejor. Para ello es esencial el capital humano, que Paul Romer llama «capital de conocimiento». Las ideas tienen el poder de vencer la ley de los rendimientos decrecientes, que a nivel de una economía significa que una misma cantidad de capital y trabajo producen más en un país rico que en uno pobre. Si somos capaces de imaginar para nuestros hijos un futuro donde el capital humano florezca en Chile, vamos a postergar nuestro bienestar inmediato para construir esa realidad. En caso contrario, vamos a transformarnos en un país que, como varios, termina exportando a sus mejores talentos.
2. Superar las visiones contrapuestas. Vivimos un presente de polarización ideológica con visiones opuestas sobre cómo construir el futuro. Vamos a suponer que a todos nos interesa la construcción de una sociedad más justa, pero lo que ello significa no es lo mismo para todos. El psicólogo social y profesor de NYU Jonnathan Haidt lo resume así: justicia para la izquierda es sinónimo de igualdad; para la derecha, de proporcionalidad. Las implicancias de ambas visiones para el crecimiento son distintas. En la economía son claves los incentivos que se generan, tanto por sus efectos como por los equilibrios a que conducen. Por ejemplo, la evidencia muestra que el crecimiento acelerado se produce en lugares que han tenido crecimiento acelerado en el pasado: hay más retorno a la inversión donde ya se ha invertido mucho. Los niveles de bienestar sólo van a converger en el futuro si somos capaces de crear un ecosistema extraordinariamente amigable que incentive el emprendimiento. En cambio, darle prioridad de políticas de fomento a la igualdad al interior de un país puede generar a largo plazo una mayor desigualdad de ese país con respecto a los más ricos.
3. Incentivar la inversión en capital humano de las familias. El crecimiento en el stock de conocimiento útil debe incrementar el retorno a la inversión que cada familia hace en su formación, en su capital humano. Priorizar el futuro implica un salto de confianza en que el sacrificio personal actual será recompensado al momento de la cosecha. Desgraciadamente, los impuestos tienden a concentrarse donde es fácil recaudar, lo que genera desincentivos a la inversión, como los impuestos a la herencia o al patrimonio. Para entenderlo en simple: ¿Dónde invierten las personas que tienen como prioridad construir un patrimonio para legarle a sus hijos? ¿En un lugar con alto impuesto a la herencia? Por algo Portugal, Suecia, Noruega y Singapur han avanzado hacia la eliminación o reducción de ese gravamen.
4. Formar en el trabajo. El crecimiento económico es el resultado de ideas útiles, cuyos beneficios son capturados mayoritariamente por personas distintas a aquella que las inventó. Ese excedente de retorno social por sobre el retorno privado es lo que hay que buscar para generar crecimiento per cápita. Gran parte de eso proviene de lo que se aprende trabajando, como queda de manifiesto en que cerca de la mitad del crecimiento del capital humano de EE.UU. ocurre en el trabajo. Por ende, mercados laborales sobre regulados y costosos son otro obstáculo material para el crecimiento.
Abordar esos desafíos como política de Estado, más allá de gobiernos de turno, es la principal tarea de nuestro país para recuperar el crecimiento. Las reformas económicas refrendadas y profundizadas por los gobiernos de la Concertación lograron sacar al país de su órbita de estancamiento Maltusiano. Por su parte, la regresión a la prioridad redistributiva, comenzada a principios de la década pasada, puede explicar el retorno al estancamiento.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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