Lo central es que aquella revolución con ideal, potencia y ambición ya no existe. Está sin alma y desmoralizada.
En la Cuba que conocí, los de Liverpool estaban prohibidos. En rigor, lo estaban en casi todo el mundo comunista, porque constituían “diversionismo ideológico del imperialismo”.
Para las élites de izquierda solo algunos merecen sus alardeos por haber derrotar al duopolio. La democracia, entonces, debe estar reservada a sus círculos de hierro y los ciudadanos comunes y corrientes solo deben limitarse a votarlos.
Sería bueno recordar cuál es la ideología que realmente ha fundado y protegido la igualdad de derechos entre hombres y mujeres: el liberalismo.
Efectivamente los chilenos parecen querer cambios, pero eso no hay que confundirlo con la simple alternancia en el poder local como se está haciendo tras la última elección municipal.
Qué distinto sería el Chile de hoy si el gobierno en vez de inspirarse en el resentimiento pesimista y destructivo de Piketty, lo hubiera hecho en el optimismo constructivo y tolerante de McCloskey.
El socialismo es la filosofía del fracaso y siempre lo será, y, por tanto, era evidente que el gobierno de Bachelet fracasaría.
El Presidente estadounidense que le propinó la estocada final a la Unión Soviética, lo que trajo como consecuencia el desplome y la desaparición del mundo comunista.
La estatolatría ha reemplazado a la religión con su promesa de una trascendencia y recompensa más allá de este mundo.
Ojalá sepamos aprender de esta triste lección y no nos dejemos embaucar por quienes frívolamente reparten seguridades, derechos y gratuidades como si sólo dependiesen de la varita mágica de quienes gobiernan.
El liberalismo fue una lucha contra el privilegio para obtener mayor dignidad, es decir, con romper con un destino impuesto por otros, para convertirnos en dueños efectivos de nuestras vidas.
Si queremos salir del atolladero, el mejor camino es aumentar nuestro crecimiento, de modo que disminuya la relación deuda/producto. Y para crecer debemos conseguir mejoras en productividad.
Muchos de quienes consideran a Lagos "viejo" para postular a la Presidencia, no tienen reparos en celebrar a Fidel Castro (90) y a su hermano Raúl, de 88 años.
La inmensa mayoría de los colombianos desea la paz para su patria pero, y he ahí un aspecto crucial, no todos consideran que sea justo obtenerla a cualquier precio.
El libro disipa una interrogante que ha acosado nuestra vida republicana, como es ¿qué entiende por sexo la Ilustre Municipalidad de Santiago?
como la literatura económica lo indica, que ninguna política social de los últimos dos años habría tenido un efecto en la pobreza en tan corto plazo, y sí, por el contrario, lo habría tenido un mayor crecimiento económico.
Ser joven no es sinónimo de renovación. El rostro amable y la consigna están muy lejos de esa política de ideas que tanto necesitamos hoy. El resultado de esta dinámica “de vitrina” crea políticos de forma y no de fondo.
Lo que Marx quiere es la sociedad total, que todo lo abarca, sin barreras –es decir sin derechos individuales que le pongan límites– entre el hombre y el colectivo social representado por el Estado.
Hoy predomina una obsesión con eso de la "incorrección política", y es precisamente el mundo conservador el que más provecho le ha sacado.
Para el liberal todos son iguales moralmente y nadie tiene autoridad sobre otro.
«El progreso no es una bendición ininterrumpida.
A menudo viene con sacrificios y luchas»