Héroes y villanos: no nos olvidemos
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Publicado en El Mercurio ValparaísoLa agenda pública se encuentra colmada por los debates en tomo al rol de las mujeres en la sociedad. Esto responde a un fenómeno mundial de reflexión, cuestionamiento y promoción de cambios al respecto. Aunque todo el movimiento se ha llamado “feminismo”, es posible identificar al menos tres grupos de interés en su interior.
El primero es aquel que podríamos denominar “feminismo de sentido común”. Es el grupo con más adeptos, pero a su vez el menos movilizado, pues no es fruto de un trabajo militante, sino de los debates públicos. Aquí se encuentra toda la gente que -habiendo hecho una reflexión- entiende que es justo entregar un mayor protagonismo a las mujeres en la vida civil y social. Su principal reclamo está en exigir coherencia a las sociedades liberales, abriendo los espacios de poder y haciéndose cargo de los abusos que muchas mujeres han sufrido. Este primer feminismo convoca a una amplia gama de sectores políticos y sociales, representando la genuina herencia del feminismo sufragista.
Académicas de todo el mundo han convergido en la inquietud por dar representación a este mundo, denominándolo “feminismo liberal”. No es la única corriente moderada, pero sí la punta de lanza de un movimiento que ve en el fundamentalismo una amenaza democrática. Son quienes creen que ser pro mujer no implica adherir a una ideología de oposición al capitalismo, las AFP o los hombres.
El segundo feminismo es el de “tercera ola”. Su problemática es el poder, expresado no sólo en los espacios de decisión, sino en lo cotidiano. Es un grupo izquierda militante con un alto grado de radicalización -tanto así que interpretó literalmente la premisa “el lenguaje construye realidad” e intenta construir una nueva ortografía- y ve en la reivindicación femenina una brecha para instalar una agenda de combate al capitalismo. Se asumen como la vanguardia del feminismo, pero al mismo tiempo son herederas de las luchas de la izquierda, la misma que en el siglo XX se opusiera a dar el sufragio a las mujeres alegando que eran personas “alienadas” por la Iglesia Católica. Esta postura de los partidos socialistas retrasó en casi quince años la promulgación del voto femenino en Chile.
El tercer sector -claramente minoritario- es el “misándrico”, compuesto por personas que han desarrollado distintos grados de fobia u odio irracional hacia los hombres. Su principal supuesto es que “todo hombre es un potencial violador”. No es un grupo representativo, pero sí ha acaparado atención por sus acciones e intervenciones, muchas veces vinculadas a la violencia física y simbólica.
"Resulta un error homogeneizar todo el movimiento feminista amparados en acciones o consignas que no representan el sentir mayoritario"
Hoy estamos viviendo un proceso que debemos ser capaces de comprender. Resulta un error homogeneizar todo el movimiento femista amparados en acciones o consignas que no representan el sentir mayoritario, pero por lo mismo es fundamental distinguir los diferentes grupos e intereses. Es tiempo de que nuestras estructuras democráticas se hagan permeables a las demandas ciudadanas, pero deben saber ponderar qué consignas generan un consenso y cuáles responden a los intereses de grupos minoritarios.
Ninguna causa puede justificar el sacrificio de las libertades conquistadas para ponerlas al servicio del totalitarismo ideológico y mucho menos entender una justa reivindicación como una revancha en contra de los hombres.
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