El Guasón no es, pues, una película política, sino psicológica. Se trata de los peligros apolíticos de la pérdida de individualidades del grupo.
Pan para hoy y hambre para mañana es un lujo cortoplacista que nadie puede darse sosteniblemente.
No se saca nada con discutir la rebaja de la dieta parlamentaria sin abordar el problema de las asignaciones y su correcta utilización.
Sucede que el pataleo de las redes sociales y de algunos dirigentes de la oposición, olvida un presupuesto básico de la sociedad libre moderna: el origen de una persona es irrelevante en su desempeño en sociedad.
El liberalismo —y repito, en cualquiera de sus formas— nos liberó para cooperar y vivir pacíficamente en comunidad.
La realidad nos exige hacer políticas no sólo mirando una foto parcial actual (como aplanar la curva de contagio hoy) y olvidarse del resto de la situación y del largo plazo.
Debemos reconocer que el Estado no es la única fuente responsable del concepto de lo público, ni tampoco la única respuesta plausible y suficiente a nuestros problemas comunes.
La prevención y autocuidado deberán pasar a formar parte del día a día de cada uno en suelo nacional más allá del mero invierno.
Solo queda preguntarse a estas alturas si los chilenos queremos saber la verdad, o si solo nos basta con crearla a nuestro antojo. Vaya país que despertó.
Desde Palacio se debe proseguir la senda de echar mano a su mejor recurso: la gestión. En ello el Presidente exhibe credenciales y puede dar vuelta la tortilla si mantiene con la cadena puesta a la peste.
Es cosa de tiempo para que los populistas de nuestra clase política confisquen nuestros ahorros.
La evolución de la pandemia continúa por caminos dinámicos e inciertos que prohíben sacar conclusiones y disponer políticas públicas definitivas. […]
Puede que el virus sea el que esté poniendo la música, pero depende de los gobiernos el cómo la bailen, y en este caso, la peste ha sido la excusa, y la libertad la víctima.
Un pacto civil no puede surgir de las bajas pasiones. Pero tampoco surgirá del simple temor al COVID. Se debe recuperar la autoridad del Derecho y eso toma tiempo.
Lo que hace falta es una colaboración más fuerte desde la población para con la autoridad en términos sanitarios.
Alguien decía que es más fácil engañar a la gente que convencerla de que ha sido engañada.
No hay que olvidar que gran parte de la población demanda cuestiones de los servicios públicos y en los que éstos muchas veces son su única opción para sortear alguna traba.
Hoy más que nunca debemos cuidar y valorar nuestra democracia liberal con las garantías de transparencia que nos entrega.
Pasamos a ser el 'faro' de Latinoamérica, y eso que veníamos de bien abajo. Mejor educación, mejor salud y menor pobreza, aunque a Alberto Mayol le moleste y se le olvide.
Para prevenir esta pandemia, se requerirá de ciudadanos alertas, que privilegien la prevención y el autocuidado antes que las falsas seguridades que algunos intentan implementar con tal de anotarse un punto y un aplauso en la esfera pública o en un matinal.
«La libertad no es un regalo de Dios,
sino una conquista humana»