Las tendencias y las dinámicas políticas ya están establecidas hacia un rápido proceso de descomposición de la democracia representativa.
A pesar de las obvias consecuencias catastróficas y antinaturales de las medidas para controlar el coronavirus, no se permitió a nadie opinar en contra o poner en práctica una estrategia distinta.
El último cambio de gabinete del Presidente Sebastián Piñera tiene sus causas.
De un tiempo a esta parte, hemos asistido a un fenómeno preocupante y que debería hacernos volver tras nuestros pasos o al menos reflexionar hacía donde nos dirigimos.
En el editorial de ayer, su diario expone que el conflicto entre EEUU y China tiene notorias diferencias con la Guerra Fría. Esto es cierto y se debe analizar también culturalmente.
Cualquier intento por rescatar a Chile del pantano tercermundista en el que se está hundiendo pasa necesariamente por tener un diagnóstico adecuado acerca de las causas que lo han llevado a la crisis actual.
Los últimos días han sido verdaderamente convulsos, no precisamente por lo acontecido en materia legislativa desde el Congreso Nacional y la abrupta derrota propinada por el propio oficialismo a La Moneda -aunque hacen mérito para incorporarse a la categoría-, sino que más bien por los hechos acontecidos en la Provincia de Arauco.
La Nueva Mayoría, en su afán por transformar Chile, supo desde un principio que “el modelo neoliberal”, antes de salir de las instituciones debía ser arrancado del alma de los chilenos.
iene razón el rector Carlos Peña al plantear que la semilla de lo que ocurre hoy en la UDI está en el cosismo impulsado por una de sus figuras más emblemáticas, Joaquín Lavín.
En los próximos días veremos como la Cámara de Diputados probablemente se vuelve a inundar de demagogia, irracionalidad y pulsiones emocionales para quedar bien con las redes sociales.
El liberalismo es un conjunto de ideas más bien descriptivo. El socialismo, por el contrario, es un sistema prescriptivo.
El país está siendo testigo de los cantos de sirena. En la Odisea, Ulises se aferró al mástil de su barco y para oír los cantos de sirena, tapó con cera los oídos de su tripulación. Aquí parece suceder algo similar, pero al revés.
“Somos las nietas de las brujas que nunca pudiste quemar” reza una de las consignas más populares del feminismo contemporáneo, aludiendo a la época en que la Iglesia Católica suprimió la herejía o cualquier tipo de desviación de la fe verdadera. Un periodo indudablemente oscuro donde el fanatismo, el control y el miedo rigieron a Europa y algunos países de América.
Las viejas verdades se olvidan, especialmente si no se inoculan en el lenguaje de las nuevas generaciones, insistía un viejo austríaco de la posguerra. Fernando Atria lo tuvo claro y evaporó estas verdades esparciendo mitos en matinales y universidades. Otros, en cambio, hacen de bisagras, y especialmente en la élite. Andrea Repetto, Jorge Correa o Rodrigo Vergara, por ejemplo, empujan las ideas que caminan inestables por cornisas.
No entiendo a buena parte de la “centro-derecha” y no creo estar solo. Es más, pienso que estoy demasiado acompañado...
Asistimos a la declinación y a un probable ocaso de la coalición de gobierno, Chile vamos -la que debería comenzar a llamarse Chile íbamos, de no enmendar el rumbo-, ante la aprobación del retiro de 10% del sistema de pensiones.
Una de las lecciones más persistentes de la historia es que existen tendencias que, de no revertirse cuando comienzan a tomar fuerza, terminan por avanzar demoliendo todo a su paso.
Mucha tinta se ha derramado, pero poco se ha reflexionado con relación a lo ocurrido durante el 18-O y acerca del malestar social en Chile que pareciera haberse desbordado por las calles.
En el último Informe de Finanzas Publicas (IFP) publicado por la Dipres a fines de junio, se observa tanto la profunda influencia que ha tenido la pandemia en las cuentas fiscales del país, como el profundo impacto fiscal del acuerdo por el Plan de Emergencia para poder contrarrestar los daños económicos de esta.
Los que creemos en la libertad y dignidad personal no dejaremos de advertir que el ataque a las AFP no se trata ni de solidaridad con los jubilados ni de su bienestar, sino de una cuestión de crudo control sobre la vida de los trabajadores de manos de quienes, a su vez controlan o pretenden controlar el poder del Estado.
«La libertad es un derecho humano fundamental,
sin él no hay vida digna.»