Lo cierto es que las dirigencias más visibles del Frente Amplio, aunque renieguen, son miembros de la élite y hacen uso de esa condición al mismo tiempo que se quejan de los privilegios.
He querido compartir esta vivencia ecuatoriana por una razón muy simple, que bien la ha resumido el historiador británico Niall Ferguson en una conferencia para The Reith Lectures, de BBC: “Me gustaría preguntar hasta qué punto es posible que prospere una nación verdaderamente libre en ausencia de una sociedad civil dinámica”.
Con la muerte de Kohl desaparece el principal arquitecto de la Europa actual.
Las ideas del Frente Amplio no tienen nada de nuevas y revolucionarias, como nos quieren hacer creer; más bien son las viejas políticas fracasadas del siglo XX que, por lo demás, fueron las causantes de las guerras, masacres y miserias más grandes de nuestro tiempo. Son el conocido camino al socialismo.
La infamia del totalitarismo, del poder estatal sobredimensionado, no debe ser olvidada jamás.
Beatriz Sánchez o Mayol demostraron en su debate televisivo que no entienden que las necesidades son ilimitadas y los recursos escasos.
Es un error creer que para los votantes su propio bienestar material ya no es importante y que están listos para entregarse a fines más nobles, alejados del materialismo, como la consecución de utopías de igualdad.
La paradoja de estos proyectos es que sus impulsores manifiestan que sus planes proponen lograr la libertad y la democracia.
La responsabilidad no es solo cumplir la ley o pretender, retóricamente al fin y al cabo, ir más allá de ella para satisfacer a la masa o la propia vanagloria personal. También se requiere algo esencial, el temple para poder decir: aquí me detengo.
Más allá de las generalidades y los clichés en boga sobre el votante populista existe una realidad concreta mucho más compleja que sólo puede ser captada mediante estudios pormenorizados y actualizados.
En momentos en que Chile entra en la pendiente sin fondo del populismo, rescatar a Friedman no es un gusto académico, sino una necesidad.
Cuando Beatriz Sánchez dice que el Estado debería hacer esto o aquello, significa que, de forma arbitraria y según sus […]
En su cuenta 2017, Bachelet tocó todas sus teclas con el fin de motivar a la Nueva Mayoría.
Su gobierno nos deja con más cesantes, peor educados, más divididos, más pobres; con más delincuencia y menos felices. Ella considera, sin embargo, que deja un país mejor del que recibió; la historia la juzgará, y ojalá la absuelva como culpable porque no la perdonará como responsable.
Una Constitución debe ser el marco mínimo para la convivencia social, estableciendo límites claros al poder estatal.
Vaya paradoja: ante el descrédito de alguien, mayor poder para él.
La supresión de la libertad económica bajo la excusa de generar igualdad, da paso a la supresión de la libertad política.
Havel reivindica la idea fundamental de que la soberanía radica esencialmente en las personas y no en partidos o grupos.
¿Cómo el país con las mayores reservas de petróleo del planeta tiene una economía destruida y su población sumida en la pobreza?
La democracia se mata primero con palabras, luego con hechos. Por ello, la clase política tiene innegable responsabilidad en el deterioro de la convivencia y la erosión de la textura cívica del país.
«El progreso no es una bendición ininterrumpida.
A menudo viene con sacrificios y luchas»