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Qué hay que esperar Publicado en La Segunda, 11.10.2023

Qué hay que esperar

Un ataque terrorista de fanáticos religiosos en el desértico mediterráneo y nuestro presidente, PhD en Twitter, en silencio. Pasan días, y nuestro presidente, que llevaba años opinando a favor de la causa palestina e incluso importunando al embajador de Israel, no hacía el más mínimo pronunciamiento. ¿Apoyaba a una organización religiosa-terrorista como Hamas? ¿O apoyaba al Estado de Israel, invadido? No se sabía qué pensar. Los conflictos internacionales son inabarcables y más aún el conflicto árabe-israelí. Qué esperar, ya que Boric había pasado de «militarizar es criminalizar», a «militarizar sin parar»; de «Piñera está avisado» a «Piñera es un demócrata ejemplar», y así, muchas más. De repente una diputada comunista habló, y él twitteó: «Comparto 100%». Después un académico confundido se pronunció, y él lo retwitteó. Eso no más. Apenas unos pronunciamientos apoyando a un par opinólogos en una red social -tibios por lo demás-. Harto poco para un jefe de Estado. Quizás no aguantaba no seguir esas modas adolescentes que lo catapultaron como dirigente estudiantil y, de repente, a terminar de presidente. ¿Tendría simpatías por Irán, ese país amigo de los terroristas religiosos de Hamas, de la Venezuela de Chávez y de la Argentina de los Kirchner? Porque Venezuela nos acaba de notificar, a través de Maduro, en vivo y por cadena televisiva, que Jesucristo no era judío, sino que palestino, y que por lo tanto había que había que seguir firmes en su causa, ya que ese mismo Jesucristo, tal como nos enseñaron Fidel, Perón y Bergoglio, había sido el «más importante imperialista de la historia moderna», el primero que se había rebelado contra las oligarquías.

«El mito dura porque sirve, no por verdadero. A nadie le sirve el Trauco, pero en cambio sigue sirviendo el Imperio, esa idea de que existen unos pocos, y de que somos víctimas de ellos».

El mito dura porque sirve, no por verdadero. A nadie le sirve el Trauco, pero en cambio sigue sirviendo el Imperio, esa idea de que existen unos pocos, y de que somos víctimas de ellos, tal como nos dijo Boric hace unos días en la ONU, ya que, para él, existe «un sector minoritario de la sociedad, pero muy poderoso, que no se somete a estos debates ni a las reglas democráticas ni a los acuerdos que multilateralmente alcanzamos, y que tiene que ver con algunas multinacionales y el capital financiero internacional que no sigue los estándares democráticos», etc., y etc. Somos víctimas puras y necesitamos un redentor. Parece ridículo, pero lamentablemente no es una caricatura; Boric también decía hace algunos años: «Ganó Maduro. Apretadísima elección. Una señal fuerte. Mucha pega para la izquierda, no solo en Venezuela, sino que en toda Latinoamérica!». ¿Acaso Chávez ya no había destruido ese país? ¿Qué había que esperar? Y ahora, ¿qué hay que esperar de Hamás? ¿Qué había que esperar de la CAM, de la pandemia, de las vacunas, de los retiros, de las AFP, de las isapres, de las tomas? Todo es una simple pose, frívola y superficial.

Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.

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