Postas, retenes y escuelas
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Publicado en El Mercurio, 25.11.2024En una elección que tenía la emoción de un choque de globos, se definieron los gobernadores regionales.
La oposición tiene mucho que celebrar, primero porque eligió cinco gobernadores. En seguida porque, cuando debió hacerlo, se unió para enfrentar las segundas vueltas, porque el debate se dio alejado del Gobierno (nadie se quiso sacar fotos con Boric y Claudio Orrego prefirió sacar de archivo los videos con Evelyn Matthei que reconocer su apoyo al PC), pero en especial, porque la discusión fue muy poco ideológica. No fue con lenguaje inclusivo, ni sobre las ventajas del decrecimiento, ni sobre la necesidad de abrir fronteras para la gente y cerrarlas para el comercio, ni sobre las virtudes del estallido social.
«Los proclives al Gobierno que ganaron son más bien exconcertacionistas que ultras de izquierda. Con voto obligatorio, claramente el FA y el PC son minoritarios y Chile es mucho más moderado que con voto voluntario».
Con la sola excepción de la Región de Valparaíso, donde el candidato electo armó su plataforma sobre una tragedia como la sequía, proponiendo soluciones absurdas y efectuando diagnósticos equivocados. Pero algo tiene la Región de Valparaíso que pareciera que le gusta que la maltraten, entre Sharp, que tiene a Valparaíso convertido en un basural, y Mundaca, que ha hecho poco y nada para evitar el flagelo de los incendios, con mejor planificación territorial, mejores tiempos de respuesta y capacidad de reconstruir lo que cada año destruyen las llamas. Y para qué decir, nada por facilitar las soluciones de fondo que requiere la escasez de agua, tranques, desaladoras y derechos de propiedad bien definidos.
La oposición debe aprender que solo gana cuando hace todo bien. Un candidato popular y conocido, unidad de todas las fuerzas, de Amarillos y Demócratas a Republicanos, y un programa convocante que permita recuperar nuestra seguridad y retomar el camino del crecimiento, del progreso y del desarrollo.
Del lado del Gobierno, me quedo con el discurso del Claudio Orrego, que se parecía más a Aylwin que a Boric. Convocando al diálogo, la moderación, el trabajo en terreno y la transversalidad. Describió un Chile que todos queremos y donde todos cabemos. Ojalá que esto marque una línea de su gestión, y no sea solamente otra curva en su sinuoso y errático camino político.
Lo que debe rescatarse, porque es muy bueno para Chile, es que los candidatos de ultraizquierda —Navarro en Biobío (el soldado de Maduro) y Vega, del PC, que fue derrotado por el candidato de Chile Vamos— perdieron ampliamente, y los proclives al Gobierno que ganaron son más bien exconcertacionistas que ultras de izquierda. Con voto obligatorio, claramente el FA y el PC son minoritarios y Chile es mucho más moderado que con voto voluntario.
De los candidatos, rescatar el patriotismo de Pancho Orrego y Pepa Hoffmann. Fueron los únicos que se atrevieron a dedicar tiempo, esfuerzo y recursos económicos para enfrentar elecciones que se veían cuesta arriba. Mi homenaje para ellos, que quedan expectantes para futuras batallas.
En definitiva, señales claras para ambos conglomerados: unidad para la oposición y moderación para el Gobierno. Ambas son buenas noticias para Chile.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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