El 18 de octubre y siguientes
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Publicado en La Segunda, 01.03.2023Los incendios en el sur y otras diferentes noticias veraniegas nos mostraron nuevamente la característica principal de Boric y sus amigos: la negación constante de la realidad: si los hechos no se ajustan a lo que pienso, modifico los hechos readecuándolos a lo que quiero. Esto, por si acaso, no es algo nuevo, ni tampoco chileno, es parte de una antigua «tradición occidental»: primero actúo en el discurso y después en los hechos. Así, los pirómanos y terroristas que llenaron de fuego nuestros campos, bosques e incluso ciudades, no existían, o eran poco importantes; el problema estaba en las empresas forestales, en los empresarios. No había videos con evidencia ni tampoco miles de focos simultáneos, sino que eran conejos corriendo por potreros, inflamados en llamas, los que esparcían el fuego. Harto imaginativo nuestro ministro de vivienda Carlos Montes. Quizás le hablaron de las pastoriles quemas de rastrojos de trigo y avena, donde liebres y perdices arrancan de lado a lado desesperadas. Hasta galgos les tiran a veces a esas pobres liebres ahumando. Él, en todo caso, quería insistir: los empresarios eran malos y ellos, los buenos. Y fue el ministro de Agricultura el que se encargó de intentar modificar los hechos: hizo un show celebrando una querella contra unos privados con piscinas, contra unos ricos. Los Juicios de Salem en potencia. Primero se destruye el lenguaje y después el Estado de derecho. Todo esto, nos trajo, además, una nueva figura literaria: la «negligencia dolosa». Fue acuñado por nuestro presidente, que hizo gala de sus conocimientos de leyes. No sabemos qué sabe de geometría, pero quizás luego nos sorprenda con una «circunferencia cuadrada» que haría que su «tren a Valparaíso» no llegue a Valparaíso, sino que solo a Viña pero a su vez a Valparaíso.
«La característica principal de Boric y sus amigos: la negación constante de la realidad. Primero se destruye el lenguaje y después el Estado de derecho. Todo esto, nos trajo, además, una nueva figura literaria: la "negligencia dolosa"».
Y entre otras noticias marzianas, supimos que el Instituto Nacional, el Javiera Carrera o el INBA, ya no llenan sus matrículas. Hay que rescatar algo sobre esto: antes de la violencia y de la ley de inclusión que destruyeron para siempre a esas comunidades escolares, hubo otra política puntual que ayudó a este descalabro: un ranking de notas que no era ranking de notas, otra «circunferencia cuadrada». A pesar de las miles de advertencias, fue el actual alcalde de Renca, Claudio Castro, hijo ilustre del jesuitismo, junto a Fco. Javier Gil, quienes impulsaron tenaz y obcecadamente ese instrumento. Se les repitió como loro porfiado que estaba mal hecho, que seguía sobreponderando a las NEM e iba a generar fugas de talento. No importaba, sonaba bien —tal como «no militarizar», «no desalojar» y el «derecho a inmigrar» —ahora con las pensiones y los tributos—.
No hay que olvidar entonces que un pariente de las «autodonaciones», de la «negligencia dolosa» y de nuestro «tren a Valapraíso», fue haciendo mella, poco a poco, de los últimos lugares donde la educación pública funcionaba.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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