Una revolución con más vino tinto que empanadas
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Publicado en Blog Cooperativa, 29.10.2015Es llamativo escuchar cánticos de jóvenes universitarios chilenos como los de la Universidad Católica, en que reivindican el régimen cubano o dicen ser herederos de Ernesto Che Guevara, Fidel Castro o Hugo Chávez. Sin embargo, eso que muchos ven con beneplácito como un romanticismo idealista digno de todo aquel que tiene al socialismo y “la justicia social” como fin, esconde una banalización brutal de lo que realmente fueron y son las dictaduras socialistas.
A lo largo de la historia, la frivolidad frente a tiranías socialistas ha sido muy común entre élites políticas e intelectuales de izquierda, que no las viven directamente y que desde lejos han tendido a negar o ver con cierta simpatía el muro, los juicios sumarios, las purgas o el gulag. Siempre desde lejos han promovido la gran mascarada del socialismo.
La misma tendencia se aprecia hoy en Chile entre los nuevos “jóvenes revolucionarios” que tienden a banalizar (tras la retórica de entender cada proceso en su contexto) dictaduras como la cubana y venezolana. Para ellos son democracias diferentes. Pero ellos no las viven sino que, a diferencia de cualquierdisidente cubano o incluso venezolano hoy día, gozan de libertad política y de expresión sin miedo a ser apresados o perseguidos.
En ese sentido, la banalización desde lejos de las dictaduras en Cuba y Venezuela tiene relación con los espacios de libertades y bienestar en que las nuevas élites socialistas de todos los partidos han crecido y se han desarrollado en Chile.
Es fácil hacer apología del socialismo sin estar en el barrio de Regla en La Habana o sufriendo la escasez en algún barrio de Caracas, sino que tomando una cerveza o café comprados en cualquier supermercado sin necesidad de tarjeta de racionamiento, sentado en la tranquilidad de algún bar de Plaza Ñuñoa o un Starbucks del campus San Joaquín.
George Orwell, en un notable ensayo titulado En el vientre de la ballena, donde criticaba la idolatría y condescendencia de la izquierda británica a la dictadura de Stalin, decía algo que bien se ajusta a Chile: “Para esa gente, cosas tales como las purgas, la policía secreta, las ejecuciones sumarias, las detenciones sin juicio, etc. etc., son demasiado remotas para ser aterradoras. Se pueden tragar el totalitarismo, ya que no tienen ninguna experiencia de nada, excepto de liberalismo”.
Los jóvenes chilenos, sobre todo las élites socialistas de la UC o la Chile, aún viven en el vientre de la ballena. Desde ahí es fácil hacer apología de una dictadura lejana.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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