Trump, Teletones y despilfarro
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Publicado en El Diario Financiero, 18.06.2018En días recientes, invitado por la Fundación para el Progreso, ha visitado nuestro país el filósofo John Tomasi, profesor de la Universidad de Brown, cuyo libro Free Market Fairness se ha convertido en lectura obligada para quienes se interesan en el debate sobre justicia social, economía de mercado y desigualdad.
Los argumentos de Tomasi son interesantes, porque su objetivo es hacer compatible la idea de justicia social tradicionalmente defendida por sectores más bien de izquierda, con la de libertad económica promovida por quienes adhieren a posiciones liberales clásicas.
"no es la desigualdad lo que debiera importar desde el punto de vista moral, sino la pobreza."
Un primer punto que resulta importante destacar es que, para Tomasi, el concepto de justicia social implica necesariamente una preocupación por los pobres. Esto significa que no es la desigualdad lo que debiera importar desde el punto de vista moral, sino la pobreza. No es, dice Tomasi, moralmente superior una sociedad en que todos son iguales y pobres, a una en que todos son desiguales y están mejor. El diseño institucional debe hacerse cargo de los pobres de manera tal que estos sean beneficiados por el sistema en su conjunto.
¿Implica lo anterior que el Estado debe asumir un rol redistributivo fundamental? No necesariamente. Tomasi explica que la libertad económica es fundamental para permitir el progreso de los más pobres y que si la redistribución llega a un punto en que afecta sus posibilidades de surgir por atrofiar el crecimiento económico, entonces la sociedad es menos justa que en una alternativa de redistribución muy limitada, donde hay mayor creación de riqueza y oportunidades para todos.
Otro aspecto esencial en la teoría de Tomasi es que la libertad económica no sólo debe defenderse por razones utilitarias, es decir, porque disminuye la pobreza, sino más bien por razones morales. Si queremos maximizar el potencial de todas las personas como agentes capaces de desplegar sus potencialidades respetando su dignidad, entonces debemos hacerlas protagonistas de su propio éxito o fracaso. Tomasi explica que una serie de desafíos, riesgos y otros elementos de la realización personal y del autorespeto sólo se pueden producir en el mercado. El que las personas se sientan agentes responsables de su propio bienestar y del de sus familias es un factor esencial de ello.
Una política social que impide a los ciudadanos realizar esa función al asegurarles todo lo fundamental, los priva de una de las bases de su autorespeto y, por tanto, es contraria a una idea comprensiva de justicia social. De este modo, un esquema benefactor resulta incompatible con aquello que parte de la misma izquierda busca, a saber, el reconocimiento de sujetos autónomos que, a su vez, son agentes de su propia realización personal.
Esto no significa que el Estado no deba asumir ningún rol en materia de políticas públicas, sino que éstas deben ser estrictamente limitadas y pensadas para ayudar a las personas a ser agentes de su propio desarrollo, sin convertirlas en dependientes y sin impedir su inserción en el mercado. Es más, para Tomasi, un claro indicador de que un país se aleja del ideal de justicia social es el incremento sostenido del gasto público, especialmente el gasto social, pues se supone que en la medida en que éste es exitoso, cada vez menos gente lo requiere.
Si Tomasi tiene razón, en Chile nos alejamos cada vez más del ideal de justicia social, pues el gasto público crece sin pausa y sus efectos reales ayudando a los pobres son escasos comparados con la captura que del Estado han hecho diversos grupos.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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