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Jóvenes, despabilen Publicado en La Segunda, 07.05.2025

Jóvenes, despabilen

Iban a truncar la vida de miles de niños y jóvenes, pero había que seguir adelante no más, no importaba. Hoy, más de diez años después, acaban de anunciar que cambiarán el famoso «ranking de notas», que se utilizó para la selección universitaria por más de diez años y ahora, después de llamar a una «comisión experta», se decide corregir. Nadie habría advertido las fallas cuando se implementó, en 2013. Fallas que han perjudicado a pobres, y no a ricos, como siempre. Este «ranking de notas» se vendió como todo en su época —en Chile vivíamos un infierno derechista «neoliberal»—, cuando, quienes nos gobiernan, marchaban y gritaban en las calles. Los políticos de izquierda, mientras, bailaban a su lado. El rector de la Usach, Zolezzi, de hecho, marchaba firme. El de la Chile, Víctor Pérez, sonreía —y hoy no para de exigir foco en la educación temprana, un delirio—. El de la UC brillaba impasible.

«Hoy día es el "ranking", pero hace poco apareció Trump con sus aranceles, y de repente toda la izquierda se convirtió en la máxima defensora del libre comercio. Podría seguir, pero ¿qué falta? Jóvenes, no les sigan creyendo».

Ese 2012 fuimos muchos los que nos pronunciamos contra ese «ranking», porque, aunque usted no lo crea, no era un ranking, sino que una formula enredada que lo único que hacía, al final, era sobreponderar las notas del colegio, el famoso «NEM». Con ese «ranking», dijimos una y otra vez, los alumnos se van a cambiar de colegio y, con ese «ranking», dijimos una y otra vez, los colegios van a inflar las notas. Estaba mal hecho y las consecuencias eran evidentes. El diácono Francisco Javier Gil (QEPD), desde la Usach, fue el más obcecado defensor de ese «ranking», a pesar de todas las advertencias. Él y sus secuaces, autoimpuesta superioridad moral mediante, negaban todo. Estudios, columnas y peleas por Twitter no importaron. Éramos varios opinando desde el Ministerio de Educación, así que no me pueden venir con cuentos. Éramos «neoliberales», insensibles, fachos. Lo de siempre.  El Cruch apoyó, y listo, se aplicó. ¿Qué ocurrió? Exactamente lo que dijimos. Fue, además, el inicio del fin del Instituto Nacional, INBA y otros, ya que empezaron ver destruidas sus comunidades. ¿Y alguien pagó por eso? Nadie.

Claudio Castro, mano derecha de Gil, es hoy el bondadoso alcalde de Renca. En la UC había un señor Marshall, experto en matemáticas, que la verdad no sé dónde está. ¿Alguna autocrítica por las vidas truncadas de miles de jóvenes y por un sistema distorsionado por completo? Nada. ¿No estaban tan preocupados de los pobres?

No sé hasta donde tendremos que llegar, pero las chifladuras de esta década no dan para más. Y los jóvenes, los más perjudicados, que tienen hoy 25 años, hace cinco, les creían todo, y a ciegas. No sé por qué, porque era y es, evidentemente, todo falso. Hoy día es el ranking, pero hace poco apareció Trump con sus aranceles, y de repente toda la izquierda se convirtió en la máxima defensora del libre comercio. Se muere Bergoglio, y hasta los comunistas se vuelven católicos. Podría seguir, pero ¿qué falta? Jóvenes, no les sigan creyendo.

Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.

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