El batatazo que la lista del Pueblo dio en la elección de constituyentes responde claramente a la crisis que los partidos políticos arrastran desde hace tiempo y que mostró una de sus tantas caras en la inscripción de las candidaturas a primarias de la centro izquierda, el miércoles pasado.
Los políticos, regalones, descorchaban Sauvignon Blancs y comían congrios fritos en Caleta Portales olvidando año a año lo que estaba pasando. Bloquearon sin pudor a las nuevas generaciones y ahora andan llorando. Se movían y operaban por sus votos y no por la gente, repartiéndose ministerio y cargos. El problema es que esto pasó y seguirá pasando, por más que hoy día hablen unos jóvenes mesías renovados.
La evidencia sugiere que el programa modernizador capitalista chileno ha llevado a una persistente y valiosa reducción de la desigualdad económica, tanto de oportunidades y de movilidad social, como de ingresos.
La pregunta es si la derecha y la gente más razonable de la centroizquierda estarán dispuestas, aunque sea por esta única vez, a jugársela por sus ideas para salvar al país.
Según la encuesta Cadem, un 42% de los encuestados mencionaron que la "Desconfianza en las AFP" es parte de las principales razones para hacer el tercer retiro. Esta desconfianza no es nueva.
En Chile, la democracia liberal se deterioró a ritmo vertiginoso y el inminente cambio constitucional -en el cual fueron depositadas las más grandes esperanzas- no será capaz de recuperarla; es más, será este quien le brinde la última paleada de su entierro.
Ojalá los constituyentes no se olviden de lo que nos une y no se dejen llevar por lo que nos desune. Así construiremos ese hogar común que se merecen todos los chilenos.
Si usted aprecia el esfuerzo personal, quiere vivir de su trabajo, cumple con la ley, se mete en sus propios asuntos sin decirle al prójimo cómo vivir su vida, sabe que no hay fiesta sin resaca, y es escéptico de que la buena política lo ayude mucho -pero tiene certeza de que la mala le puede arruinar su vida-, levántese y vote.
Elecciones pasadas han comprobado que, sin remilgos, ni centrismos, la derecha termina conectando con los votantes, y es más honesto confrontar el mensaje de la izquierda.
Este fin de semana serán las elecciones que definirán a los integrantes de la Convención Constitucional y se realizarán en medio de una severa crisis de confianza hacia nuestra clase política.
A partir del lunes se pondrá a prueba la real cultura democrática que presumimos en Chile.
Ojalá votemos por quienes defiendan una Constitución que cumpla su función principal: protegernos de los políticos. Si no, después van a llegar los amigos de Giorgio y Fernando Atria a prohibir los colegios Waldorf ⸻a los que ya les cuesta bastante sobrevivir por los delirios y prohibiciones mesiánicas de estos personajes⸻.
Hoy que estamos ante una de las decisiones colectivas más trascendentales de nuestra historia, deberíamos tomar en serio a las ciencias sociales y dejar, de una vez por todas, los espejismos retóricos que no tienen ningún sustento más que los meros sueños trasnochados de los populistas.
La efervescencia producida por la marea de elecciones políticas que se avecinan en Chile, sumado a la próxima instalación de la Convención Constitucional (CC), han provocado el resurgimiento de múltiples voces que reclaman por una democracia más representativa o más “directa”, en donde la supuesta “voz del pueblo” pueda ser finalmente escuchada a través de cabildos comunales o asambleas varias.
Lo que la izquierda llama 'la voluntad del pueblo' es solo un espejismo retórico incapaz de poder ser discernido por cualquier sistema de elección colectiva, sea democracia representativa o asambleísmo.
En el ideario político nos hemos encontrado con numerosas coaliciones que parecieran unirse para denunciar distintas injusticias cometidas contra ellos.
¿Responsabilidad y convicción? Quien sabe. El punto es que la ciudadanía parece valorar esa conjunción pues en la CEP, sin ser candidata presidencial, es la mejor evaluada del bloque Unidad Constituyente por sobre Heraldo Muñoz y Paula Narváez, quienes no han mostrado liderazgo y han sido más bien condescendientes con el desmadre demagógico.
Se acerca el momento de decidir si se prefiere un país con libertad, sensatez política y económica, o uno arruinado por el engaño del autoritarismo y del populismo.
Daniel jadue declaró que si bien el derecho de propiedad tiene que mantenerse como un derecho fundamental, "este debe subordinarse al bien común".
Las AFP ocuparon un modelo reductivista ante un servicio social sensible: tu te callas yo administro, tu ahorras y yo hago la pasada, y todos contentos.
«El progreso no es una bendición ininterrumpida.
A menudo viene con sacrificios y luchas»