Qué buena frase la de Boric, de que “no le teman a la juventud”. He conocido mucha gente joven de inteligencia superior, pero no he conocido al que le daría la Presidencia de la República a los 35 años.
El racismo, el sexismo y todas esas cosas están más bien del lado de los profetas de la nueva moral totalitaria. ¿Acaso no es racista o sexista pensar que una persona solo por pertenecer a una determinada etnia o género posee una ventaja moral e intelectual sobre otras?
Esta comedia se centra en la inclusión y en las ganas de crecer un chico con autismo. Una historia de crecimiento personal y del tránsito desde el “espacio seguro” de su hogar hasta la inevitable y caótica adultez.
Cuando no se repudia la violencia desde el principio, se deja abierto un espacio por donde ella se empieza a introducir lentamente en cada uno de los rincones de la sociedad.
Boric terminó su discurso reivindicando a la sociedad civil en alianza con el partido político más anti-sociedad civil del planeta. Es como que Sichel hubiese terminado su discurso con arengas en pos de elefantes y huemules, pero abrazado con el rey Juan Carlos.
A propósito de las recientes protestas en Cuba, resulta un mal chiste el hecho de que un partido como el PC diga que en Chile no hay libertad de prensa, que falta pluralidad de medios y a la vez apoye con tanto ahínco un régimen como el cubano, donde claramente no existe un debate público vigoroso, no hay pluralidad de medios ni libertad de expresión.
Sin duda, dada la importancia, reiteración y la gran cantidad de países que han declarado estados de excepción constitucional, este tema adquirirá bastante trascendencia durante el debate constitucional.
Es de esperar que el lamentable regreso de la pobreza sirva de agua fría para poder calmar los ánimos y erradicar las alucinaciones de tantos Constituyentes refundacionistas.
Si quiere hacer un gobierno que sea mínimamente funcional en lo económico, Boric deberá abandonar su programa tal como lo hizo con su apoyo a Maduro. Pero esta vez tendrá que creerlo en serio.
No es novedad que la desigualdad es un tema central en el debate público. Si bien, se habla de desigualdad económica, de género o social, la que más efervescencia genera es la económica.
Tenemos un año para lograr los acuerdos que el país tanto necesita para progresar. Sin este compromiso real, sólo obtendremos una propuesta de Constitución que, en lugar de unir todos los chilenos, generaría una división igual o peor que la que hoy día se reclama tener.
Lo que se pretende de la Constitución hoy, entonces, no es la limitación del poder, sino una gran carta poder que no quita sino que amplía el derecho intrusivo de la oligarquía político-burocrática en la vida de las personas.
La derecha tiene un ideario simple. Se llama creer en las personas, en su responsabilidad, propiedad y libertad y desconfiar del poder: del Estado, del partido o del líder.
En América Latina, la tradición de pensamiento marxista es más poderosa que en cualquier región del mundo.
Las severas derrotas de la derecha chilena en las elecciones recientes han calentado los ánimos y el debate ideológico dentro del sector.
Sin duda, el régimen y situación de las aguas serán uno de los temas que más importancia adquirirán durante este debate constitucional.
El hecho de que estemos ya a julio del 2021, sin reabrir los colegios de forma amplia, inteligente y estratégica –sumándole a esto el poco interés de los políticos y del Colegio de Profesores de colaborar para volver a clases presenciales–, sugiere que la situación será igual o aún peor que el 2020.
Elisa Loncon es de Traiguén, ciudad frontera donde confluyeron mapuches, chilenos, colonos, los fierros de la industria del tren y el trigo, y la primera Alianza Francesa de Chile. Una ciudad simbólica que habrá que superar, rescatando lo bueno y eliminando lo malo de su historia. Un simple pugilato con el pasado no nos permitirá digerirlo, decía un sabio.
Es importante que frente a cada regla los convencionales se pregunten: ¿Esto me favorece a mí o favorece el poder de la política? Si favorece el poder de la política sobre sus vidas, propiedad y libertad, pregúntense si es eso lo que quieren.
Muchos políticos y chinos que sólo ven la televisión estatal creen que esta situación viene a acomodar las cosas después de casi dos siglos de supuesta subyugación a las potencias extranjeras, y que China estaría destinada a dominar el siglo XXI a medida que Estados Unidos retroceda en medio de su caos democrático y declive cultural.
«El progreso es imposible sin cambio, y aquellos
que no pueden cambiar sus mentes,
no pueden cambiar nada.»