La pureza política no existe y el supuesto pueblo “puro” e “iluminado” es una mera ficción de ideólogos emborrachados con el asambleísmo y la democracia radical
Es además, potencialmente, una lección para Chile el que un liberalismo sin complejos pueda convertirse en una fuerza política determinante
Para el comunismo hay una verdad, un partido y un camino para lograrla. Por eso los que cambian de opinión son traidores.
La tensión y enredo sobre los 2/3 no fue —ni es, ni será— solo culpa del amor que tienen los comunistas por destruir democracias, sino que también gracias a Fernando Atria.
La ciudadanía demanda cambios urgentes para reivindicar la política, donde la honestidad y responsabilidad sean elementos neurálgicos para nuestra convivencia cívica.
En épocas de crisis como la que hoy vivimos es cuando se ponen a prueba los liderazgos, por más animadversión que se tenga con uno u otro personaje o gobernante.
Las democracias tampoco se libran de los mentirosos. La gracia, sin embargo, es que en ellas existe prensa libre que investiga, indaga y revela.
El caso del notario zombi, entonces, nos permite cuestionar profundamente el actual paradigma notarial y reflexionar acerca de si no existirán mejores mecanismos, más efectivos, transparentes y fáciles de usar, para resguardar la fe pública, que nuestro actual vetusto sistema notarial.
Es cierto, como dice José De Gregorio, que algunos economistas —los menos— se equivocaron sobre la hecatombe, pero no fue por asustar, sino porque la liquidación de los ahorros para nuestras pensiones de verdad era algo complicado que se logró manejar, especialmente gracias a la acción del Banco Central.
Los chilenos le tenemos miedo a la verdad y preferimos esconderla que abrazarla y pagar el costo por ello. Como consecuencia de este rasgo idiosincrático, casi todo lo que se dice con impacto público raya en la mentira
Impuestos altos suponen menos crecimiento y, lo que es más importante, menos libertad.
En su momento de mayor necesidad, las mujeres afganas no pueden acudir a las feministas en busca de apoyo.
Robert Frost termina su célebre poema Mending Wall con una frase muy atingente a nuestro último impasse diplomático con Argentina: “Good fences make good neighbors” (Las buenas cercas hacen buenos vecinos).
Se cumplieron 10 años desde el accidente de Juan Fernández. Ahí murió un grupo variopinto de chilenos con distintos apellidos: Camiroaga, Correa, Fernández, Arnolds…
Hace tiempo se viene atacando al Banco Central por parte de sectores de izquierda.
Antes de eso, leía solo a veces sus críticas: cuando eran muy comentadas o me enfrentaba a ellas sin querer. Entre tantos delirios, antijerarquías y modas predecibles, se echaban de menos sus escritos ahora que había jubilado de ellos.
La Lista del Pueblo, en vez de ser la voz pura y racional de los marginados en el debate público, ha terminado siendo el reflejo de lo peor de nosotros mismos, de nuestra virulencia y de nuestra actual cultura de la cancelación, contribuyendo a acelerar el estado de descomposición de nuestro debate público
La Convención ha mostrado un cierto consenso en la necesidad de descentralizar el poder político y económico, y en dar atribuciones a los territorios, pero resulta preocupante ciertas intenciones de refundar Chile y cómo esto podría afectar al proyecto descentralizador del país.
La economista e historiadora Deirdre McCloskey escribió The myth of the entrepreneurial state, cuya traducción fue publicada esta semana en Chile por la FPP.
Con estas medidas populistas y simplistas –que muchos chilenos y políticos electos incluso avalan–, nos hemos disparado en los pies, cometiendo un acto de suicidio financiero.
«La libertad no es un regalo de Dios,
sino una conquista humana»