Orwell tenía mucha razón cuando decía que "gran parte del pensamiento de izquierda consiste en jugar con fuego, pero por […]
En Chile, hace tiempo se viene justificando el saqueo y el vandalismo, durante las marchas, como expresión política y social […]
Nuestra Presidenta, con buena parte de la élite financiera, ha regresado de Inglaterra. El gobierno inglés no se veía tan […]
Quemar edificios, con o sin personas dentro, no es protesta ni libre expresión: es criminalidad pura y dura.
Superar esta crisis no depende solo de la clase política, sino también del electorado, a quien ningún político se atreve a amonestar, decirle la verdad o exigirle que vote debidamente informado.
En algún punto se encontrarán con los que sí estudiaron e hicieron lo que tenían que hacer, y con ellos no podrán competir.
Las constituciones surgen como freno y límite a la acción de los gobiernos, para resguardar y proteger las libertades y derechos fundamentales de las personas frente a eventuales arbitrariedades de las autoridades.
En Chile algunos parecen mirar con cierta condescendencia las dictaduras socialistas, considerándolas como simples tropiezos, como una perversión de su ideal, y no como clara y brutal expresión del mismo.
Es por supuesto legítimo hacer petición a la autoridad. Lo que no corresponde es que esta quiebre el principio central del estado de derecho según el cual las reglas del juego deben ser siempre imparciales y abstractas, es decir, no pueden privilegiar a nadie en especial.
Si el Gobierno tiene una propuesta de reforma, que sea honesto y la someta al procedimiento del Capítulo XV de la Constitución, pero que no la disfrace como la opinión del pueblo.
Muchos hablan de descentralizar pero quieren mantener la dependencia con respecto al centro político administrativo.
Muchos se llenan la boca con la libertad de expresión, pero respetan poco la libertad de disentir. Al rato quieren censurar o dirimir qué es lo políticamente correcto, como si fueran dueños de la verdad o de una moral superior.
¿Corresponde a un exiliado chileno callar ante los abusos por haber recibido un departamento, una beca, un puesto de trabajo, un seguro de salud o una visa de salida múltiple de la RDA?
Mientras los escandinavos llevan más de una década liberalizando su burocrática estructura clientelar; innovando y adaptándose a las nuevas tecnologías, en Chile seguimos en discusiones decimonónicas como el reemplazo en huelga o la prohibición de Uber.
La reforma laboral es un proyecto económicamente demencial que busca traspasar un enorme poder a los sindicatos y, así, indirectamente, al Partido Comunista.
¿Qué pasará cuando la automatización, la robótica y el «Internet de las cosas» avancen aún más en la industria, la enseñanza, el hogar y en el propio Estado?
Las reflexiones de Nima Sanandaji no solo permiten desmitificar el modelo escandinavo, sino que nos sirven para que en Chile comencemos a hablar en serio de desarrollo y bienestar.
Los empresarios no pueden permitir que se les deshumanice en la imagen pública, pues es mucho más fácil odiar a una caricatura sin voz ni rostro conocido que a otro ser humano.
Urge una flexibilización y perfeccionamiento del sistema que regula la donación de órganos en nuestro país.
La grandeza de Aylwin estriba en que supo reconocer que se equivocó al suponer que los militares devolverían pronto el poder a los civiles, y en que rectificó y luchó por la democracia sin rencores ni sed de venganza.
«La libertad es un derecho humano fundamental,
sin él no hay vida digna.»