El 18 de octubre y siguientes
La palabra «intenso» es de común uso en este tiempo. Es que es muy intenso, mejor que no venga; sí, […]
Publicado en El Mercurio, 20.05.2017Es conocido el chiste de la reunión de adoctrinamiento del comité central, en que uno de esos dirigentes socialistas con cara de tierno le pregunta al compañero militante: ¿Qué haría usted si tuviera una fábrica? Y el compañero contesta: "La repartiría entre los compañeros trabajadores" y; ¿si tuviera una casa grande?: "invitaría a vivir conmigo a los compañeros sin casa" y ¿si tuviera una gallina?: bueno esa la tengo, es mía y no la comparto con nadie. Es el viejo problema de la inconsecuencia que apreciamos entre lo que predican los socialistas como ideal para los demás y lo que practican como realidad para sí mismos. Nuestros socialistas no han hecho otra cosa que honrar el realismo de François Miterrand, cuando declaraba -no sin algo de cinismo- que "Francia puede disfrutar de todo el socialismo que su economía capitalista pueda mantener".
No seré yo, sin embargo, quien critique a alguien por invertir en el mercado de capitales; o por hacer un manejo racional y responsable de los recursos; ni menos por obtener rentabilidades exitosas. Quiero felicitar al Partido Socialista y a su dirigencia por un magnífico manejo financiero. Quiero darles la bienvenida, además, al capitalismo; ese sistema económico que desde el siglo XVIII ha traído libertad, democracia y prosperidad al mundo civilizado. Si no hubiera sido por los fanáticos, comunistas, nazis, yihadistas y autócratas, además en estos siglos habríamos disfrutado de paz, porque no se conoce de guerras entre países prósperos, capitalistas y democráticos.
"El socialismo estuvo extraviado muchos años, dedicado a liderar revoluciones; a predicar utopías; a gastarse el dinero de los demás y a envidiar los éxitos ajenos."
Ahora bien, algo está pasando que los Bomberos de Coronel cobraron por apagar un incendio; que los socialistas critican al yernísimo, pero invierten en SQM; que Teillier y Girardi sermonean con la igualdad, pero viajan en primera. Como que hay un "revival" del lucro. Yo no los voy a criticar porque soy un entusiasta del lucro y muy averso a las pérdidas y, como soy un optimista, trataré de verle el lado bueno al asunto. Los bomberos hace rato que debieran tener un cuerpo profesional, remunerado y bien equipado, que se complemente con voluntarios. Hace rato que los que creemos en subir a la gente a los patines y no en bajarlos, queremos que los chilenos viajen, y ojalá lo hagan en primera como Guillermo y Guido. Me encantaría que ambos viajaran en turista a Caracas, La Habana o Pyongyang para que vean el paraíso al que nos quieren llevar; pero, por alguna razón, prefieren ir en primera a Nueva York o París. No los culpo, es la diferencia entre invertir en la Arcis o en SQM.
La verdad es que esta es la Parábola del Hijo Pródigo. El socialismo estuvo extraviado muchos años, dedicado a liderar revoluciones; a predicar utopías; a gastarse el dinero de los demás y a envidiar los éxitos ajenos. Winston Churchill insultó al socialismo definiéndolo como "la filosofía del fracaso; el evangelio de la envidia y el credo de la ignorancia". Hoy, que renovándose tímidamente vuelve al redil de la civilización. ¿Cuál es la posición correcta, que debemos tener?; ¿representarles su inconsecuencia o felicitarlos por su inteligencia de cambiar de opinión? Yo seguiré la segunda, que honra el Evangelio de San Lucas (Capítulo 15 versículos 11 al 32). Felicito a los socialistas de todo corazón y les doy la bienvenida a la sociedad libre y a la civilización, y me uno a ellos en desmentir a Sir Winston.
Confieso que a mí me da gusto que Piñera, el Partido Socialista y todos los demás que tengan algo de riqueza la inviertan en Chile y asocien su destino económico con los del país. A mí me preocupan los políticos sin ni uno, que nos les va ni les viene el crecimiento y la prosperidad de los ciudadanos, porque siguen cobrando su dieta parlamentaria o su sueldo de ministro. Desconfío de los hablantines que andan en aviones brasileños; de los choferes de retroexcavadoras que aprueban reformas tributarias porque nunca han pagado impuestos; reformas laborales porque nunca han dado trabajo y educacionales porque, total, ellos mandan a sus niños a colegios privados. Debemos estar atentos a los que se dedican a la política, no por vocación de servicio, sino porque no tienen nada mejor que hacer. De esos debemos cuidarnos mucho más que de aquellos que prosperan si al país le va bien.
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Las opiniones expresadas en la presente columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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