Para Gerardo Varela, columnista, abogado, exministro y, sobre todo, agudo observador y crítico de la actualidad, el gobierno actual se asimila a «un equipo de fútbol recién armado». Sobre todo por las contradictorias respuestas que el Ejecutivo ha dado ante los cuestionamientos por el caso Monsalve y, ahora, la denuncia por «difusión de imágenes privadas» contra el Presidente Boric.
«Pueden ser muy buenos los jugadores, pero parece que no han entrenado juntos, no se conocen, no se entienden. Uno engancha cuando tiene que picar, pica cuando tiene que enganchar, se tiran los córneres al primer palo y están todos esperando en el segundo», explica el extitular de Educación.
En concreto, para él, la confusión comunicacional —y estratégica— del Gobierno no se explica solo en la falta de experiencia. Sino que además, siguiendo la terminología futbolera, en la falta de entrenamiento o de táctica.
«Yo creo que dentro del Gobierno nunca ha habido un equipo afiatado. No se ha generado unidad ni sentido de cuerpo ni de misión. Lo que hay es un patchwork de distintas sensibilidades, historias y competencias que no funcionan armónicamente».
—Esta semana se supo de la denuncia contra el Presidente Boric por presunto acoso sexual o difusión de imágenes privadas. Y ahí nuevamente hay contradicciones y demoras en informar, tal como ocurrió en el caso Monsalve. ¿Por qué sucede de nuevo?
Lo que vemos es una constante. Una incorrecta toma de decisiones por parte de aquellos que están llamados a tomarlas. La primera mala decisión, por ejemplo, en el caso Monsalve, es nombrar a alguien que —el público no sabía, pero quienes lo nombraron debían saber— era una persona que tomaba, que jugaba, y que tenía un track record de mujeriego. Tener a esa persona a cargo de seguridad es una mala designación. Y aquí hay dos problemas. O lo sabían y tomaron una mala decisión, o no lo sabían, lo cual también es una mala decisión porque no hicieron la investigación adecuada. Y en consecuencia, estábamos todos engañados por alguien que mostraba una figura pública que no guardaba ninguna correspondencia de armonía con la figura privada. Segundo es que una vez que conocen el tema, no toman inmediatamente la decisión correcta.
«Además, está el manejo humano y de relaciones laborales, que es todo aquello que el Congreso, con la aprobación de la ley Karin, busca que las empresas privadas implementen y lo que nos tiene a todos aprendiendo, educándonos, capacitándonos intensamente. Pero que en el Gobierno no lo hacen y sin embargo apuntan con el dedo. Y hay que sumar la falta de transparencia política. Porque esto, naturalmente, la sociedad tiene derecho a saberlo oportunamente y con detalle. Dios nos salve de tener que haber enfrentado una crisis de verdad como fue la pandemia, como fue el terremoto. El manejo habla de un amateurismo preocupante».
¿Qué dice esto del Gobierno?
Habla muy mal del Gobierno. La decisión debieron tomarla inmediatamente, pero además lo que han hecho es cortar el hilo por lo más delgado. Han sacado a la jefe de Inteligencia, a la abogada, y a la encargada de prensa, que son precisamente aquellas que menos responsabilidad tenían en tomar la decisión correcta.
¿La ministra Tohá tendría que haber salido, por ejemplo?
Es probable, sí. Pero yo creo que este gobierno debió haber hecho un cambio de gabinete que le cambie la cara en general y que aleje los problemas. No solo la ministra Tohá. Eso no se ha visto y creo que ya no se hizo. O sea, tener a una comunista a cargo de la previsión en Chile me parece un error. ¿Cuándo se ha visto un país comunista que tenga un buen sistema de pensiones? O sea, no existe un comunista que tenga una buena solución previsional en el mundo y la excepción no es la ministra Jara. Y sin embargo, la tienen a ella a cargo.
«En educación, tener a un comunista a cargo de educar a los chilenos, cuando los comunistas se dedican a adoctrinar más que a educar. A cerrar posibilidades más que abrir. O sea, el Gobierno tendría que hacer un giro, pero tiene que atreverse. Pero, al parecer, no hay intención de eso. Yo creo que este gobierno está como en esas fiestas de toque a toque: esperando el toque de queda para irse».
¿Cómo queda el concepto de gobierno feminista?
Ese es otro problema. La contradicción del gobierno con su propio discurso. ¿Dónde están Las Tesis? ¿dónde están los colectivos feministas? ¿Dónde estuvo la ministra Orellana? No, la verdad es que la tesis del Gobierno feminista ha caído por su propio peso. Ese concepto ya no tiene credibilidad.
¿Y qué opina de los efectos y reacciones de la denuncia contra el Presidente?
Todo indica que no revelaron esa información, no por consideración humana, como han pretendido decir, ni por razones jurídicas, sino que simplemente porque podía afectar un proceso eleccionario. Además se trata de un caso cuya densidad jurídica parece débil, por lo que con mayor razón debieron revelarlo antes. Y la excusa que da Camila Vallejo, que a esta altura ya es insostenible en su cargo, no es cierta. No dijo la verdad cuando señala que el Gobierno accedió a la información por sistema. Eso no es investigable por sistema.
¿Cree que el caso por el que se acusa al Presidente afectó su reacción en el caso Monsalve, como se ha dicho?
Desde luego, yo creo que tiene que haber afectado. Esto explica todo. Si yo tengo un problema y tengo que tomar una decisión respecto a un subordinado que tiene un problema parecido, aunque más grave, por supuesto…todo eso influye. Eso explica el porqué de la indecisión.
¿Quién cree que es el mayor responsable político de toda esta crisis?
Lamentablemente, el principal responsable es el Presidente, lo que es una tragedia para Chile. Pero él es el responsable político último, por lo que se ha conocido. Normalmente un buen presidente trata de que las responsabilidades de estas crisis no terminen en su escritorio, sino que paren antes y que él sea parte de la solución. Pero eso no lo hizo, desde que dio la conferencia de prensa, hasta ahora que está imputado. Entonces, la verdad es que no se visualiza una salida fácil.
¿Qué legado va a dejar este gobierno? No han logrado avanzar en reformas clave...
Afortunadamente, porque todas las grandes reformas a las que ellos aspiraban eran inconvenientes para Chile, técnicamente inadecuadas. Entonces, yo celebro que no dejen ningún legado. Salvo el que ellos salgan en lo personal con una experiencia enorme que les va a enseñar los límites del poder, a ser menos arrogantes, más humildes.
«Sería un error que no hubiera primarias»
En su columna del lunes resaltó la moderación de la elección. ¿Estamos volviendo a un espíritu más concertacionista quizás?
Después de que Chile hizo crisis con el «octubrismo», la gente ha revalorizado la convivencia, el diálogo, la moderación, la política, los acuerdos. Yo creo que es una buena noticia para Chile. Y si uno ve el discurso de Claudio Orrego cuando gana, es inevitable hacer el contraste con el de Bachelet, que cuando ganó lo primero que dijo fue que cuando la izquierda gana y sale a la calle, la derecha tiembla. Y uno lo que quisiera es que en un sistema democrático, cuando gana otro, nadie tiemble.
«Partí mi columna diciendo que la elección tenía la emoción de un choque de globos, que es algo que yo aprecio, me gusta. En los países desarrollados no debiera ocurrir que haya demasiado juego en una elección. Y yo creo que aquí, en el país de Francisco o de Claudio Orrego, todos podemos vivir. Todos somos bienvenidos».
¿No hubo una lógica plebiscitaria, una discusión sobre modelos en esta segunda vuelta?
Un plebiscito sobre modelos, definitivamente no. Otra cosa es si había un voto de castigo al Gobierno. Es probable que sí. Tanto así que no vimos ninguna foto en la campaña de Claudio Orrego con el Presidente. O con figuras emblemáticas, salvo aquellos que eran populares porque precisamente han sido tímidamente disidentes del Gobierno, como es el caso de Vodanovic o el alcalde de Renca, Claudio Castro. Han sido buenos alcaldes, pero más por su gestión que por su compromiso ideológico con el Gobierno.
Ud. cree que para la derecha fue una buena elección. ¿En qué se basa?
Yo creo que fue una buena elección porque en ninguna parte perdió contra el discurso inmoderado y extremista que le hemos visto a la izquierda. Y por el contrario, yo creo que los extremistas de izquierda, como en Coquimbo, o en Biobío, perdieron estrepitosamente. Entonces, yo creo que, más que una buena elección para la derecha, es una buena elección para el país. No es que haya ganado un sector u otro, necesariamente. Pero ganó la moderación. Yo sé que hay gente que difiere, pero es la lectura que yo tengo de las elecciones.
¿Cómo se explica entonces el resultado en Valparaíso?
—Me extrañó Valparaíso. A mí Mundaca nunca me ha parecido una figura muy destacada. Su posición en relación a los temas de agua, sobre la cual construyó su plataforma original, era muy equivocada. Todos sabemos cómo se resuelve ese tema, con innovación, tecnología e inversión, derechos de propiedad.
«Lo que sí veo es que el Mundaca que salió elegido es uno mucho más moderado, mucho más extraño al Gobierno y alejado del Gobierno. La moderación está ganando, aunque sea por conveniencia y no por convicción».
Las próximas elecciones que vienen debieran ser más interesantes que un «choque de globos». ¿Empezará la discusión ideológica?
Yo creo que va a haber dos discusiones políticas el próximo año. Una es antes de la segunda vuelta y otra después de la segunda vuelta. Recordemos que el Boric que ganó la definitiva fue un Boric moderado, convocante, dialogante.
¿Debiera haber primarias?
Yo creo que van a haber primarias en los dos lados. Y sería un error que no las hubiera. Ahí yo creo que vamos a ver discusiones un poco más radicalizadas.
¿En qué sentido una competencia de primarias presidenciales podría ser radicalizada?
Las primarias se radicalizan porque el centro menos politizado cuesta moverlo a votar. Entonces es una competencia por quien es más derechista o izquierdista.
¿Si el Partido Republicano va por fuera, es malo para la derecha?
Yo creo que es malo. Hay que mostrar una señal de unidad, de gobernabilidad, y eso es lo que los chilenos quieren ver. Yo creo que esta idea de que aumentando la oferta va a aumentar la votación es muy dudosa, hay poca evidencia que la avale. Yo creo que más bien lo que están queriendo los chilenos hoy es votar menos y votar bien.
¿Se puede convencer a republicanos de unirse a un esfuerzo así?
Yo creo que sí, en la medida que haya una negociación muy generosa para el Congreso.
Ahora, a ellos no les fue muy bien en esta última elección...
Yo difiero. Creo que les fue bien. Porque fíjate, incluso la elección en Los Lagos, donde se enfrentó con Chile Vamos, es muy probable que estos últimos hayan capturado votos de la centroizquierda. Entonces, yo creo que efectivamente republicanos creció. Lo que pasa es que no se ha transformado, y yo creo que ya no se transformó, en el eje estructurador de la oposición.
O sea, ¿no sería inicialmente tan difícil acercar a republicanos al resto de la oposición?
Hay que ayudar a que eso ocurra. Y para eso los centros de estudios que tienen menos compromiso político y sí más compromiso ideológico son ideales. Y debieran tener todo un programa común al cual las distintas candidaturas puedan recurrir. Porque yo creo que es más fácil ponerse de acuerdo en lo que hay que hacer, que en cuáles van a ser las personas que van a llevar adelante ese programa.
¿Ve a Evelyn Matthei ordenando esa discusión?
Sí, yo creo que ella tiene esa virtuosa combinación de carisma personal, trayectoria política, conocimiento de la gente e inteligencia para convocar.
Y ¿No debiera apurar el lanzamiento de su candidatura?
No, yo creo que esta carrera empieza en marzo y ahí tienen que salir al ruedo todos aquellos que estén interesados. José Antonio Kast, Rodolfo Carter. Todos bienvenidos. Es un buen problema tener varias figuras que puedan representar un ideario político.
¿Ve a Francisco Orrego como un posible candidato presidencial de RN?
No, el futuro de Francisco Orrego es el congreso.
«Yo lo he dicho varias veces y lo he escrito. La derecha solo puede ganar cuando hace todo bien. Y el todo bien supone unidad programática, armonía entre los distintos partidos, equipos humanos, comprometidos y un buen candidato (…) Hay que preparar un programa, una suerte de itinerario de gobierno, que combine la preservación de lo bueno y ser rupturista en aquello en lo que hay que ser más atrevido».
¿En qué se debiera ser más atrevido, por ejemplo?
Hay que hacer una contrarreforma educacional. Hay que chequear el tamaño del Estado. Hay que bajar impuestos. Hay que hacer un sistema de autorizaciones medioambientales de base cero, de manera que podamos retomar el crecimiento, porque el crecimiento da movilidad social, da progreso, da esperanza. Se sabe cómo crecer. Y depende de nosotros. Tienes que celebrar las industrias que tenemos. Tienes que hacerte cargo de los grandes hoyos que tiene el Estado hoy día. Licencias médicas falsas. El Transantiago , que hay que cobrarlo. Y el CAE, por supuesto, no hay que condonarlo.
«Va a ser difícil llegar a acuerdos»
¿Cómo consolidar la unidad, la moderación, con el actual sistema político? ¿Se puede?
Es difícil. Con ocho partidos en el eje opositor, cada vez va a ser más difícil llegar a acuerdos. En la izquierda pasa lo mismo y es malo para Chile.
¿Qué le parece el proyecto antifragmentación del sistema político que proponen senadores de varios sectores? ¿Va en el camino correcto?
Así es, pero debemos también condicionar los dineros públicos a partidos que saquen más de 5% y a candidatos a presidente que solo saquen más del 15%. Eso significa que se pueden fundar partidos por supuesto, pero no van a tener derechos públicos, no van a tener financiamiento público si no es popular. Usted se puede presentar a presidente, por supuesto, pero si quiere plata, saque más del 15%. Eso va a eliminar a los ME-O, a los Artés, a los oportunistas que han visto en esto una ocasión de tener publicidad y exhibición financiada por todos los chilenos.
«Y yo creo que los sistemas políticos, democráticos, no funcionan solo sobre la base de muchos independientes, funcionan solo en la base de grandes conglomerados o grandes partidos. Yo creo que eso es lo que les da estabilidad y gobernabilidad a los países. No montones de independientes que son leales a nadie».
¿Cómo se podría hacer eso?
Nosotros teníamos un sistema de reglas legales, electorales y constitucionales que facilitaban los acuerdos. Cuando teníamos un sistema binominal, o había grandes consensos o no se avanzaba. Por eso yo soy un poco renuente a esta idea de que el presidente debe tener necesariamente mayoría en el Congreso. Yo creo que eso no es bueno. Lo que sí es bueno es que haya mayorías y jerarquías claras en el Congreso. Los países avanzan sobre la base de grandes consensos. Y para eso es bueno un sistema constitucional en el que el presidente tenga preeminencia, pero donde tenga que lograr persuadir y convencer al Congreso de que el avance es conveniente.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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