En 2016, un gobierno de izquierda, liderado por la Presidenta Bachelet, presentó un proyecto de ley para que las policías pudiesen controlar a cualquier persona. No importaba si era joven o viejo, tampoco si andaba con un paraguas, un cuchillo o durmiendo en la plaza. Sus congresistas votaron a favor y, después de discusiones y polémicas, se aprobó, aunque sólo para mayores de 18 años.
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Siguen apareciendo noticias sobre la Iglesia. Nombran interventores, se publican nuevos libros, se exigen indemnizaciones en plata para los abusados y aparecen nuevos casos. Incluso siguen cayendo más jesuitas, los profesionales en apuntar con el dedo. Quedaron mancos ahora parece. Vicente Huidobro dijo que lo que mejor representaba a los jesuitas era «su sed de mando, y su afán de ser consultados para pontificar y darse humos de sabios». Deberían estar atentos los nuevos sabios pontificadores, no vayan a quedar mancos y tuertos además.
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Juan, no ha hecho nada, ni tampoco iba a hacer nada, No tiene el carnet, se le quedó en el trabajo. Pero para un gobierno omnipotente que pretende vigilar cada acción de sus ciudadanos, eso también es demasiado sospechoso e inmoral. Pero Juan tendrá que irse detenido por cuatro horas, hasta que la burocracia policial verifique su identidad.
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«La libertad no es un regalo de Dios,
sino una conquista humana»
