El propósito de mi libro más reciente, El joven Karl Marx y la utopía comunista (Debate, 2019), es comprender la génesis y el atractivo de las ideas de quien se convertiría en el pensador revolucionario más influyente de los tiempos modernos.
Ahora nos traen al autor de un libro titulado "¿Por qué falló el liberalismo?" El libro dice las cosas más insólitas que uno podría escuchar
La escandalera con el cambio en la malla curricular de educación secundaria, que hará optativa la materia de historia para tercero y cuarto medio, no se condice con la condescendencia que existe frente al vandalismo y el matonismo que se ha hecho habitual en algunos colegios de Chile.
El presidente Piñera trató de antipatriotas a quienes, según él, le 'niegan la sal y el agua'. Él estaría proponiendo reformas por el bien del país y quienes se nieguen siquiera a discutirlas serían antipatriotas. Los malos. La izquierda salió militarizada a responderle. Se encresparon.
Días después de que Sebastián Piñera saliera electo Presidente, publiqué una columna en otro medio titulada 'Ganó Piñera, triunfó Bachelet', donde sostuve que la triunfadora de la contienda política -no la electoral- había sido la ex mandataria.
Estaría bueno que los conservadores terminen con su obsesión contra la autonomía individual y contra las personas que no creen en la metafísica de Santo Tomás.
El mayor desafío a la democracia liberal proviene hoy de China, por su capacidad de combinar una férrea dictadura comunista, teóricamente meritocrática, con una pujante economía capitalista que en poco tiempo la ha convertido en la mayor economía del mundo.
El costo de gobernar sin principios es, entonces, no solo social y económico, sino político, porque se atribuye a las ideas del liberalismo y sus supuestos exponentes el mal que en realidad ha sido causado por un exceso de intervencionismo estatal que esos mismos 'liberales' no hicieron nada serio por remediar.
Por un minuto pareció que las izquierdas latinoamericanas estaban completamente desprestigiadas y acorraladas. Los triunfos de Duque en Colombia, Macri en Argentina, Piñera en Chile y Bolsonaro en Brasil, más la catástrofe de Venezuela, hicieron creer a muchos que la era de los socialistas se había acabado. Pero la realidad es que la izquierda que dominó la política regional por más de una década y media nunca ha estado muerta.
La libertad de expresión es intuitivamente molesta, porque nos obliga a escuchar, leer y hasta presenciar expresiones que nos pueden ofender.
Probablemente no haya una época en el período de post guerra en que la politización de la sociedad haya alcanzado los niveles actuales en occidente.
Ir a ver la nueva película de Clint Eastwood, «La Mula», en este caluroso verano —donde uno de los malditos temas ha sido Venezuela—, me hizo esperar otra de sus películas libertarias en las que critica los abusos del Estado. «La Mula» es una película política, pero diferente: muestra la obsolescencia de los viejos —él mismo— y sus angustias respecto de sus pasados y del mundo cambiante.
Cada dicho, cada aparición, cada tuit ha sido pensado con cautela. Y toda esta exposición, coordinación digital y apoyo, ha […]
Si se tratara de hacer una lista de opresiones que puede sufrir una mujer, Ayaan Hirsi Ali las reuniría casi […]
Hace unos años, en la mitad de un almuerzo de verano, el papá de un amigo empezó a despotricar contra […]
Antes de escribir esta nota hice una rápida encuesta. Sin rigurosidad metodológica y sólo por diversión, pregunté a un puñado […]
¿Puede suceder que el triunfo de Bolsonaro envalentone movimientos de derecha populistas en otras latitudes? Eso está por verse. Pero más incierto es que los genuinos demócratas estemos preparados para resistir y convencer de los males que trae tras de sí el populismo, sea del color que sea.
La posverdad es una forma elegante de decir 'mentira' y supone que una construcción discursiva puede ser más fuerte que los hechos.
En los últimos diez años el establishment ha construido consensos culturales impulsados por la agenda progresista. Quienes hoy se movilizan son justamente quienes fueron excluidos de esos acuerdos. Literalmente excluidos.
Por eso, para mí, lo más pertinente respecto a Bolsonaro sería insistir en que hay que saber esperarlo. Asumir que algún día llegará alguien así al poder y que esa es una buena razón para no otorgarle más atribuciones al Estado.
«La libertad no se pierde por
quienes se esmeran en atacarla, sino por quienes
no son capaces de defenderla»