El malvado 'neoliberalismo' es realmente la fuerza que democratiza la riqueza. Solo entre 1990 y 2015 el ingreso del 25% más pobre creció un 439% versus un 208% para el 25% más rico. En otras palabras, el denostado 'neoliberalismo' benefició a los más pobres más del doble que a los de mayores ingresos.
En Concepción existe una obsesión: limitar las construcciones en altura. Si el proyecto impulsado por el alcalde Álvaro Ortiz (DC) prospera, se encarecerá el suelo del centro de la ciudad, haciéndose exclusivo para la élite de la población. Por tanto, trasladando más personas a la periferia, teniendo que asumir costos mayores en tiempo y recursos en traslados. Empeorando así la calidad de vida penquista.
Ante el riesgo que enfrenta el principio de subsidiariedad en el debate constitucional, deberíamos concentrarnos en las corrientes intelectuales que lo promueven y defienden.
Como si en el último tiempo vivir en nuestro país no se estuviera volviendo menos llevadero desde el Frente Amplio y el Partido Comunista no encontraron mejor cosa que ponerle pegas al morir con un proyecto de ley que establece un límite a la herencia en cuatro mil millones de pesos.
La real y valorable manera de condenar la violencia, entonces, no es hacerlo explícitamente, sino que no apoyarla implícitamente. Y ese es el apoyo que todos los políticos y líderes han dado, siguen dando y no dejarán de dar.
La crisis política que atraviesa el país ha dejado al desnudo instituciones, a la clase política de manera transversal y también al Estado. Este último es un interesante actor en la ecuación y que merece ser visto con lupa en sus funciones, gasto y composición.
¿Preferimos ser gobernados por reglas o por personas? La historia nos ha mostrado que es preferible ser gobernados por reglas, evitando así los posibles excesos y arbitrariedades de las personas que nos gobiernan. De este modo, la Constitución tiene como fin primordial establecer límites al poder político.
Estamos frente a un vacío de liderazgo y representación que tiende a ser llenado por una gran diversidad de nuevos actores sin mucha más legitimidad que el no pertenecer a la élite (o al menos así tratan muchos de hacernos creer) y ser capaces de hacerse escuchar mediante la fuerza, y en muchos casos la violencia con que irrumpen en el espacio público alterando la normalidad.
Las pensiones son un tema complejo. No existen soluciones mágicas, ni tampoco por referirse a ella en un texto constitucional tendremos mejores pensiones. El proyecto de ley enviado por el oficialismo intenta, en alguna medida, palear deficiencias que saltan a la vista en la materia. Era un hecho de público conocimiento, que las pensiones en Chile no estaban dando el ancho.
Murió Roger Scruton, uno de los intelectuales más influyentes del último tiempo. A pesar de que no compartimos muchas de sus ideas, leerlo será siempre un placer, por su sabiduría, agudeza y fina ironía. Era un férreo defensor de la supremacía del individuo por sobre cualquier colectivo y, como tal, defendió fuertemente las bondades de la tradición occidental.
La política está entrando seriamente en un revés. Se ha provocado un antes y después de lo ocurrido en los últimos meses en nuestro país. Aquello quedó graficado en la última encuesta CEP. No hay líder político que salga ileso, o bien, que capitalice parte de lo sucedido en su currículum.
Concepción está ad portas de sumirse en una serie de problemas añadidos a los que ya ostenta. La propuesta de modificación del Plan Regulador Comunal, en lo relativo a la alturas mínimas y máximas de edificación, está lejos de traer bienaventuranzas como tanto se ha dicho.
Mientras crecíamos y nuestro bienestar aumentaba, fueron desapareciendo los vínculos simbólicos entre los ciudadanos y las instituciones que cimientan cualquier orden político. Que no tienen que ver con que los ciudadanos dependan de los políticos apunta de asistencialismo, sino con aquello que se visualiza como un horizonte común.
Los empresarios van a tener que meterse la mano al bolsillo, los intelectuales abandonar su torre de marfil y asumir posturas claras y no políticamente correctas o timoratas, y los políticos deberán marcar una línea categórica sin tomarse demasiado tiempo para reflexionar.
Desde el inicio de la crisis política hasta nuestros días, hemos comenzado a experimentar un parlamentarismo a la chilena. El poder se ha trasladado simbólicamente desde La Moneda a calle Pedro Montt s/n en Valparaíso.
Vivimos días complejos, marcados por la intolerancia, la burla, el sacar a propósito de contexto, malinterpretar, leer lo que se quiere leer y actuar en base a ello de mala fe. Pensar distinto a mi interlocutor comenzó a ser mal visto hace bastante tiempo y prueba de ello es la antipatía a la diversidad de opiniones imperante en el debate público.
Los amigos de Edwards añoraban entonces la política chilena actual, sin líderes que defiendan cuánto hemos avanzado en libertades políticas, oportunidades y cultura; con alcaldes que jaquean al Estado —o montan uno paralelo— levantando consultas ciudadanas ajenas a su ámbito.
The free market didn’t fail Chile, whatever its politicians might say, and the state doesn’t lack the means to restore the rule of law. The central problem is that a large proportion of the elites who run key institutions—especially the media, the National Congress and the judiciary—no longer believe in the principles that made the country successful.
Poco y nada se ha dicho al respecto. Si bien es cierto, la discusión constitucional se ha dedicado más a las reglas del procedimiento que a alguna cuestión de fondo, no es menos cierto que es una buena oportunidad para tocar la efectiva descentralización del país.
No hay nada más contrario a la democracia que presumir que se posee una verdad revelada y que por ello se está en el lado de los buenos, porque se está del lado correcto de la Historia. Bajo esa presunción arrogante, la concepción de la democracia pierde sentido totalmente, porque los adversarios, quienes discrepan, se convierten no solo en herejes, sino también en enemigos radicales.
«La libertad es un derecho humano fundamental,
sin él no hay vida digna.»