Bolsonaro y la diplomacia
SEÑOR DIRECTOR
Itamaraty —el Ministerio de Relaciones Exteriores brasileño— ha gozado por años de cierto prestigio en América Latina, principalmente por su fama de profesionalismo, el buen nivel de sus representantes y su propia trayectoria institucional. Habiendo atravesado, como todo en Brasil últimamente, por tiempos movidos, pudiera estársele acercando un nuevo desafío con el presidente electo.
A Jair Bolsonaro le caracteriza un estilo, digamos, bastante más que franco y directo. Hace poco, antes de superar la competencia presidencial, dijo que sacaría a su nación de la ONU, porque "es un lugar de reunión de comunistas" y su gente"no tiene el menor compromiso con América del Sur". Claro que esto, como otras cosas de tono encendido, lo expresó antes de enterarse de que efectivamente sería presidente. Podría decirse que se trató de una provocación para producir impacto y atizar las brasas de su audiencia, pero que a la hora de la verdad no hará nada. Es posible, pero quizás es indicio de que vendrán episodios trabajosos para los despachos diplomáticos.
La primera razón para creer esto es que la "promesa de marca" de Bolsonaro como hombre de armas tomar es muy intensa. Más allá de la política exterior, tema de poco interés masivo, es razonable pensar que muchos quieren ver al hombre de mano dura en acción, al menos en algunas peleas. Si la Alta Comisionada de Derechos Humanos, Michele Bachelet, que le ha advertido especial vigilancia, le fastidia enserio, será interesante ver la reacción.
En segundo lugar, hoy está muy extendida la diplomacia presidencial, que tiende a opacar a las cancillerías con sus micrófonos y tuits. Además, hay una especie de necesidad algo furiosa en algunos sectores culturales y políticos de"hablar sin complejos" y de desafiar la corrección política. Eso envalentona.
Finalmente, algunos pensaron que Donald Trump moderaría sus maneras una vez en la Oficina Oval. Esto no es vinculante, ¿pero por qué lo haría Bolsonaro en sus circunstancias? Ya veremos.
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