En democracia las policías o las fiscalías deben obtener esa autorización para entrar a una casa; grabar una conversación; intervenir un teléfono; detener a una persona (salvo flagrancia); abrir una carta (hoy leer los emails); para inspeccionar sus cuentas corrientes o los estados de cuenta de sus tarjetas de crédito, etcétera. Todas ellas son distintas esferas de la intimidad de las personas que los jueces están llamados a proteger. Para eso existe un poder separado e independiente.
Ningún demócrata de verdad puede votar a favor de que se viole el derecho a la intimidad sin permiso de un juez.
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