Javier Velasco, nombrado embajador en España por su cercanía con Gabriel Boric y sin experiencia diplomática, ha vuelto a generar controversia, desde comentarios desafortunados sobre conflictos internacionales hasta imprudencias en redes sociales.
Es inquietante que, a pesar de estas fallas reiteradas, el gobierno haya optado por mantener a Velasco en su puesto, privilegiando el amiguismo sobre la competencia y la seriedad que requeriría un cargo de tal magnitud. Esta decisión no solo compromete la reputación internacional, sino que también socava los principios de meritocracia que deberían regir las designaciones diplomáticas.
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