El campo llora
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Publicada en El Líbero, 15.03.2025En el mes de la mujer, la temática más repetida es la brecha salarial. A pesar de que académicas como Susan Pinker y Claudia Goldin han demostrado que las diferencias salariales tienen causas más complejas que la mera discriminación hacia la mujer; en el debate se insiste que la razón principal es la injusticia patriarcal. El problema de estas aproximaciones es que, si bien son muy rentables políticamente, nada hacen para focalizar las soluciones de los problemas reales de las mujeres. Las ciudadanas, como todo ser humano, necesitan poder trabajar, tomar sus propias decisiones y vivir seguras en su país. Es decir, lo que ellas necesitan del Estado, como cualquier otra persona, es seguridad, limitadas trabas en el mercado laboral e igualdad ante la ley. Si los políticos estuviesen concentrados en garantizarle esto a las mujeres, otra sería la historia.
«Es justamente porque podemos denunciar discriminaciones y advertirlas que nos reconocemos en una era bastante más igualitaria y libre de la que creemos».
Con todo, hoy las estadísticas se están invirtiendo a favor de las mujeres. Un reciente estudio publicado por el Centre of Social Justice (CSJ), titulado Lost Boys, muestra el auge de los salarios femeninos por sobre los masculinos. Tendencia sostenida desde el 2022 en Reino Unido. Semejantes índices demuestran el aumento en un 58% de los varones entre los 16-24 años que se encuentran en la categoría NEET (Not in education, employement or training). Lo anterior se explica, entre otras cosas, por el enlentecimiento de las industrias principalmente dominadas por hombres, como las manufacturas, la agricultura y la construcción. Obviamente, estos números dan cuenta de una situación más compleja. En las últimas décadas nos hemos enfocado principalmente en el empoderamiento y éxito femenino. Sin embargo, silenciosamente, quienes más están luchando son los varones jóvenes.
Ahora bien, es justo preguntarse cuál es la relación de este fenómeno con el mes de la mujer. El vínculo está en que el feminismo radical insiste que las brechas salariales se explican exclusivamente por una discriminación sistemática e intencionada hacia las mujeres. Empero, como se introduce al inicio de esta columna, estudios desde la psicología hasta la economía han explicado que muchas veces estos resultados no son producto de la discriminación, sino de la misma elección de las mujeres (algunas veces condicionada, por cierto). El estudio del CSJ viene a demostrar que el mercado laboral es complejo, y han sido los hombres quienes han ocupado mayores espacios en aquellos rubros que requieren mayor fuerza física o la llamada «fuerza mecánica» a lo largo de la historia. Sin embargo, a medida que se van produciendo cambios, como la sofisticación del mercado, producto de las tecnologías al auge y la automatización; las mujeres, rápidamente, han logrado abrirse espacio en las nuevas esferas laborales.
Con esto, lo que se quiere decir es que, en la actualidad, ya existen cambios en las tendencias, alertándonos sobre los nuevos desafíos para los hombres que como sociedad, feminista o no, no podremos eludir. Además, el estudio viene a sumarse como argumento contra la idea de que la brecha salarial se explica por discriminaciones sistemáticas e intencionadas de la vil sociedad patriarcal. Todo lo contrario, justamente porque no estamos en una sociedad patriarcal es que las tendencias se están invirtiendo. Es justamente porque podemos denunciar discriminaciones y advertirlas que nos reconocemos en una era bastante más igualitaria y libre de la que creemos.
Lo que dará mayor bienestar, tanto a hombres como mujeres, es la libertad para desarrollar el proyecto vital libremente, sin relevancia real de los resultados en los sueldos. Por ello, lo que nos debería importar es que se garantice la igualdad ante la ley, la libertad, y el progreso de nuestra sociedad. Esto es lo que realmente permitirá el desarrollo individual, en mujeres y hombres.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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