El delirio institucional del feminismo de género
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Publicada en Radio Agricultura, 25.07.2024Nuevas noticias remueven la realidad infantil en nuestro país, y estas provienen, lamentablemente, desde el interior de los servicios de menores. El grave problema que azota actualmente a los centros de Mejor Niñez es que el Estado no sabe cuántos niños estarían «desaparecidos».
Esto ha sido expuesto por informes del poder judicial que relatan la sobrepoblación en las residencias, en donde 225 niños y adolescentes institucionalizados en los programas de «mejor niñez», están desaparecidos de sus registros.
Este problema, según el Defensor de la niñez Anuar Quesille se explica por la carencia de una base de datos unificada y coherente que permita llevar un buen registro de las listas de espera y del flujo de salida y retorno de los niños a los centros. Sin embargo, es enfático al decir que lo más grave de esto, es que su paradero es indescifrable, sobre todo en el caso de niños extranjeros. Esto empeora ya que según Quesille, no existe un adecuado protocolo de búsqueda, convirtiendo a esos niños y adolescentes en presas fáciles para la calle, las drogas y la delincuencia.
Frente a estas nociones, la directora nacional subrogante del programa Mejor Niñez, Victoria Becerra, explica que hablar de «desapariciones» puede ser «confuso y generar una alarma que no es tal» porque muchas veces esto ocurre por salidas no autorizadas de los jóvenes, quienes no vuelven a la hora pactada, y que cuando se hace el registro diario aparecen ausentes. Además de esto, agrega que, al activarse el protocolo de búsqueda, en pocos días o incluso horas después se les encuentra. Luego de estas declaraciones es inevitable sorprenderse por el tipo de excusas entregadas por una de las máximas autoridades responsables de estos jóvenes.
Pareciera que la directora no entiende la obviedad de lo que explica, y tampoco comprende que el problema de fondo es que los centros están siendo incapaces de cumplir con su función: cuidar de esos jóvenes, vigilarlos y protegerlos. Cualquier adulto, en su sano juicio, se anticipa a semejantes conductas de rebeldía e incluso de rechazo y quiebre absoluto con cualquier autoridad, más aún en casos de mayor vulnerabilidad. Es por esto, por lo que es sorprendente que la directora de Mejor Niñez se excuse con tanta frivolidad de un problema gravísimo, y que en sí mismo explica la existencia de instituciones como la que ella dirige.
«Para la nueva élite dirigente solo ve los reparos inmiscuyéndose en las vidas privadas de ciudadanos honestos (...), cuando sus fuerzas deberían estar en la protección de poblaciones vulnerables y el ataque directo a grupos criminales».
Con todo, indigna aún más la explicación casi burlesca de Becerra al declarar que cuando estos niños se pierden el sistema de búsqueda funciona, a su juicio, favorablemente. Evidentemente, lo que no se está entendiendo -e impacta tener que explicarlo- es que los niños no deberían extraviarse de instituciones de servicios de protección de la niñez. Esto da cuenta que, una vez más, el Estado fracasa en su papel administrativo, de seguridad y protección, sin entregar las mínimas garantías a los más vulnerables de nuestra sociedad.
A esto se le suma la discusión de los servicios nacionales de protección de la niñez con la DIPRES, organismo que no autorizó el presupuesto para la continuación del plan «Red Calle Niños», de las Asociación Chilena Pro Naciones Unidas (AChNU). Las razones no están claras, pero desde la Subsecretaria de la Niñez, este programa requiere de recursos más específicos y complejos para el adecuado proceder de proyectos semejantes. Sin embargo, el coordinador regional del programa, Juan Carlos Rauld, las explicaciones han sido vagas e infundadas. Con ello destaca que, según la evaluación de 2022 del proyecto, los resultados son «parciales» donde el 68% de los niños y adolescentes atendidos por «Red Calle Niños», al menos el 67% disminuye su permanencia en la calle.
Claramente la discusión no está zanjada, sin embrago es sorprendente la escaza y nula cobertura que un problema de tal calibre ha tenido en la discusión pública. Impacta cómo la clase política se enfoca en «reparar» problemas graves (como la delincuencia) con soluciones, a lo mucho, demagógicas.
Aparentemente, para la nueva élite dirigente solo ve los reparos inmiscuyéndose en las vidas privadas de ciudadanos honestos (ya sea en sus cuentas bancarias o persiguiendo la tenencia de armas inscritas y legítimas), cuando sus fuerzas deberían estar en la protección de poblaciones vulnerables y el ataque directo a grupos criminales que se instalan en nuestro país sin sanción alguna.
El abandono estatal a la niñez sigue profundizándose y es uno de los cabos sueltos que, si bien no es rentable políticamente, es un foco fundamental para mejorar la realidad social de nuestro país, comenzando por el bienestar de cientos de niños y jóvenes que hoy han sido abandonados por el Estado de Chile.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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