Moisés Naím explica lo que constituye el nuevo rasgo distintivo del siglo XXI: el poder es más fácil de conseguir, más difícil de ejercer y más fácil de perder.
Los empresarios no pueden permitir que se les deshumanice en la imagen pública, pues es mucho más fácil odiar a una caricatura sin voz ni rostro conocido que a otro ser humano.
«El progreso no es una bendición ininterrumpida. A menudo viene con sacrificios y luchas»
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