La búsqueda del predominio de una identidad o colectividad sobre otra proyecta a los escenarios de consensos por una espiral de violencia e intolerancia dañina para cualquier orden civilizado.
Si queremos una sociedad civilizada debemos poner a la razón como el instrumento central de juicio y desplazar el sentimentalismo del debate público.
«El progreso es imposible sin cambio, y aquellos que no pueden cambiar sus mentes, no pueden cambiar nada»
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