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Publicado en El Mostrador, 18.02.2022La relación entre individualismo y generosidad es una materia difícil de analizar y ha marcado el desarrollo de la filosofía moral y de la economía política. Pese a dicha dificultad, en esta columna examinaremos los últimos resultados de la ciencias sociales y psicológicas, y la última evidencia empírica que pareciera indicar una relación positiva y virtuosa entre individualismo y generosidad, de esta manera dándole la razón a las intuiciones morales de Adam Smith hechas casi 250 años atrás. En este mismo medio, he advertido cómo la economía política, de la mano de Mandeville y Smith, ha tratado de responder a esta problemática entre el individualismo que promueve la sociedad comercial y la generosidad que existe entre las personas a nivel familiar (ver aquí). El desafío moral de una sociedad capitalista existe cuando pasamos de una sociedad pequeña y simple —con sentimientos morales cohesionados—, hacia una sociedad compleja y cosmopolita, marcada por el hecho de que no nos conocemos. Smith advirtió que el individualismo y la generosidad pueden ser compatibles, pero sólo bajo un sistema moral e institucional que guíe aquella ‘mano invisible’ del ‘amor propio’; hacia la generación de cooperación y generosidad. Pues bien, reciente evidencia empírica pareciera corroborar algunas de las instituciones del filósofo escocés.
De hecho,un nuevo estudio publicado en la revista Psychological Science presenta evidencia que demuestra que aquellas sociedades comerciales individualistas, lejos de aumentar el egoísmo y la rapacidad, más bien presentan mayores niveles de altruismo y generosidad. Mucha gente cree hoy, de manera apresurada, que una sociedad comercial e individualista, debe ipso facto conducir al atomismo y al egoísmo que degradarían la moral de una sociedad virtuosa. Efectivamente, esta es la clásica crítica que tanto conservadores cristianos como personas de izquierda formulan a la hora de enarbolar reproches sentimentalistas al orden social comercial que promueve el capitalismo. Un ejemplo arquetípico de esta trillada y superficial crítica se puede ver ad nauseam en el trabajo de Patrick Deneen.
No obstante dichos sermones, el estudio publicado en Psychological Science concluye exactamente todo lo contrario a aquellas frívolas críticas de las sociedades individualistas: aquellas sociedades más individualistas presentan niveles más altos de generosidad que todas aquellas sociedades más colectivistas (Rhoads, S., Gunter, D., Ryan, R., & Marsh, A. 2021. ‘Global variation in subjective well-being predicts seven forms of altruism’).
En dicho estudio los autores toman el ejemplo de la sociedad estadounidense. La sociedad norteamericana es típicamente criticada, por gente de todos los colores políticos, debido a sus altos niveles de individualismo y por su orden comercial capitalista. De hecho, los resultados de varias encuestas internacionales, que evalúan los valores que tienen las personas de varias naciones, clasifican a los Estados Unidos como el país más individualista del mundo. Lo paradójico de este estudio es que los autores encuentran que, al comparar un gran número de países, se revela que mayores niveles de individualismo están efectivamente vinculados a una mayor generosidad, no a una menor.
Para realizar dicho metaanálisis los autores recopilaron una vasta cantidad de datos de 152 países sobre siete formas distintas de altruismo y expresiones de generosidad. En palabras de los autores: “incluso después de controlar estadísticamente la riqueza, la salud, la educación y otras variables, descubrimos que, en países más individualistas como los Países Bajos y los Estados Unidos, las personas eran mucho más altruistas en nuestros siete indicadores de altruismo que aquellas personas en culturas más colectivistas” (ver aquí). Más aún, los autores descubrieron que incluso cuando analizamos a las personas más ricas de cada país, en promedio, dichas personas ricas de los países más individualistas donan más dinero, donan más sangre, donan más médula ósea y muchos más órganos que los ricos de otros países. Así, los ricos de los países individualistas “con mayor frecuencia ayudan a otros en necesidad y tratan a los animales con más humanidad y mayor respeto. Si el individualismo fuera equivalente al egoísmo, nada de esto tendría sentido” (ver aquí).
Los autores sugieren tres diferentes posibilidades del por qué se da esta supuesta paradoja de que los países individualistas son a su vez los más generosos y altruistas:
Los resultados de este meta-análisis son consistentes con una variedad de investigaciones empíricas anteriores que evidencian que los Estados Unidos y otras sociedades individualistas presentan niveles más altos de donaciones caritativas, mayor altruismo y otras formas de generosidad a nivel social, muy superiores a todas aquellas sociedades colectivistas, nacionalistas o aquellas localistas más enfocadas en los grupos familiares (ver aquí, aquí, aquí y aquí). Además, sabemos que las ideologías colectivistas, nacionalistas y tribales tienden a socavar la generosidad al fomentar una mentalidad de “suma cero” al creer que lo que beneficiaría a un grupo necesariamente se produce a expensas del resto; visión venenosa del orden social que cada vez pareciera estar más prevalente en la mentalidad de los chilenos. De esta forma, la supuesta idea de que el individualismo —particularmente la versión liberal de este— promovería el egoísmo y la rapacidad de una sociedad, horadando así sus sentimientos morales, estaría completamente equivocada y desmentida gracias a la evidencia empírica contemporánea.
En definitiva, es preocupante ver hoy al individualismo liberal siendo atacado prácticamente por todos los flancos políticos posibles, tanto por la derecha conservadora, la derecha nacionalista, los socialcristianos, los grupos eclesiásticos, por gente de izquierda y por aquellos jóvenes woke que enarbolan políticas de la identidad. Prácticamente todos los grupos políticos hoy se han subido al bote de los prejuicios y de la irracionalidad para poner en la hoguera al individualismo liberal que surgió en la ilustración europea y con el nacimiento del capitalismo (Schumpeter, 1942). A pesar de sus grandes diferencias valóricas e ideológicas, dichos grupos están hoy unidos por una profunda hostilidad hacia el individualismo y la globalización comercial, al promover una visión del mundo basada en la explotación y en luchas identitarias de suma cero. Una de las grandes ironías de nuestra postmodernidad rabiosa y cultura woke anti-modernización podría ser que, al buscar exorcizar al individualismo liberal de nuestro orden social, terminemos además por erradicar en concomitancia con los pocos vestigios que van quedando de generosidad, humanismo y cooperación voluntaria. Esto sí que es materia para estar extremadamente despiertos.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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