No hay material políticamente más inflamable que el tema migratorio; es por ello que Mauricio Rojas, presenta seis principios para una política migratoria razonable, sustentable e integral.
El triunfo de Mauricio Macri fue simplemente una vacuna temporal contra la expansión del virus populista.
¿Debe un novelista participar en política, o le corresponde (o conviene) mantenerse al margen de ella para no incomodar y perder lectores?
El troll es una nueva especie de fanático, que desahoga sus pasiones y su voluntarismo incontinente a través del teclado.
¿Cómo se puede tener relato si la identidad propia consiste en no tener identidad propia?
La verdad es que Fidel Castro vivió como rey. Esclavizó a su gente, asesinó en nombre de la igualdad y transgredió los derechos más fundamentales de las personas.
Las necesidades y capacidad de integración de una sociedad dada deben ser los factores determinantes de los volúmenes y composición de la inmigración que se busca promover.
"Es una vergüenza" que Cepal "coloque en entredicho su credibilidad con un pronunciamiento que más bien parece haber sido redactado por Nicolás Maduro o por el propio Fidel Castro".
En lo que nos evoca los peores períodos de nuestra convivencia democrática, como fue el 70-73, el respeto y buenas maneras parecen haberse perdido.
Con sus esfuerzos por minar el sistema económico que ha prevalecido en Chile por más de tres décadas, estos políticos, periodistas e intelectuales son en realidad los peores enemigos de quienes en nuestro país encuentran las oportunidades que el populismo y el socialismo destruyeron en el suyo.
La santificación de los líderes refleja la persistencia de la postura mística que adoptan los ciudadanos ―o mejor dicho feligreses― frente a sus líderes. Peor aún, aquello anula cualquier juicio crítico frente a la acción de los gobernantes, a lo que se les considera,más allá de su limitada humanidad, como ángeles o demonios.
La apología a Fidel Castro pone de manifiesto un doble estándar moral: esa izquierda que es capaz de condenar, con razón, la violación de derechos humanos bajo Pinochet, pero que "entiende", relativiza o justifica la violación de derechos humanos bajo Castro. Para la izquierda hay, por lo tanto, dictaduras malas y "buenas".
¿De verdad creen en el mito de que Cuba tiene un servicio de salud de primera para su población aun cuando los cubanos en el exilio casi sin excepción lo desmienten y diversos observadores internacionales lo han documentado reiteradamente como un fraude?
Uno se pregunta si Bachelet está consciente de que celebra a un militar que condujo con mano de hierro a la isla, que mandó a fusilar a centenares de personas, que condenó a prisión a millares de individuos, que jamás celebró una elección libre, secreta y pluripartidista, y que fue responsable de un exilio que alcanza hoy a más de dos millones de cubanos.
La gran pregunta es, ¿cómo se libra una nación de la influencia de un dictador totalitario que le impuso durante 57 años su voluntad personal?
Lo que estamos viendo es una reacción en contra del elitismo moralista — y social- de una casta integrada por intelectuales, burócratas y gente de negocios que desprecia una realidad que no conoce y que, sin embargo, pretende dirigir.
Más que por su retórica y pretensiones, los políticos deben ser evaluados por sus aportes, su capacidad y formación, y por el modo en que planean concretar lo que prometen.
Es hora de que superemos la ficción según la cual el Estado es un ente abstracto encargado de servir el bien común y veamos la realidad como es.
Lo cierto es que el país carece de rumbo, de mirada de futuro, de un horizonte utópico mínimo que una a los chilenos más allá de los partidos cruciales de la selección, la Teletón o la solidaridad ante terremotos y tsunamis.
Ahora con guitarra, el Presidente Trump tiene que abocarse a atacar el principal problema que los norteamericanos tienen: su crónica falta de crecimiento.
«El progreso es imposible sin cambio, y aquellos
que no pueden cambiar sus mentes,
no pueden cambiar nada.»