La solidaridad democrática de la izquierda latinoamericana no es con la democracia y sus instituciones, sino con la corruptela de sus líderes.
Esperemos tener un oficialismo firme y una oposición con capacidad de diálogo. Un país desarrollado debe dejar de lado el fanatismo ideológico frente a los problemas ciudadanos y tener la capacidad de conversar. La democracia necesita de diálogo abierto, de miradas de largo plazo, y no de egoístas disputas parlamentarias. Los ciudadanos esperan que sus representantes muestren que son capaces de dirigir un país. Chile no necesita fútiles disputas, necesita avanzar. La clase política debe pasar de las batallas al diálogo.
El problema pareciera ser más profundo: se trata de una corriente autodenominada "progresista", que excluye del discurso público a quienes no están alineados con esta sofisticada forma de buenismo.
Lo cierto es que en la izquierda se confrontan dos visiones con respecto a la política democrática actual. Una está marcada por la mera ética de convicción, cuyo maximalismo es notorio cada cierto tiempo, que además concibe la política como una suma cero donde hay amigos y enemigos, lo que se ve reflejado en su clara visión instrumental de la democracia y sus instituciones más básicas como un simple obstáculo para sus concepciones radicales e incluso violentas e irreflexivas. La otra parte podría conformarse como un adversario razonable y esencialmente responsable, que entiende que la política es un espacio de antagonismos que nunca desaparecen pero que deben ser manejados dentro de los marcos democráticos fundados en una ética argumentativa.
Si se quieren subsanar los vicios de este tribunal no se necesita eliminarlo, ni menos aun se requiere una Asamblea Constituyente. Es necesario reformar la forma en que se designan sus jueces, que estos pasen un test de viabilidad para tan importante cargo y que su designación sea, como mínimo, justificada democráticamente a través del Congreso. L
Urge reprogramar el mindset -la mentalidad- del liderazgo, pues la transformación que está demandando la realidad en la sociedad no es puramente tecnológica o digital.
"Desgraciadamente para algunos de sus detractores, Kast no anda prometiendo eliminar el Parlamento ni alguna raza inferior".
¿No era que la diversidad era algo positivo? No nos avisaron cuál diversidad era buena.
El punto central de la crítica a la agresión contra Kast está en que el espacio público, entendido en su complejidad simbólica y pluralista, no debería estar permeado por la violencia.
No hay peor cosa que ir a perder el tiempo al colegio o a la universidad no aprendiendo lo que se debe, aunque no se pague por ello.
Popper advierte que las filosofías intolerantes, como el nazismo y el comunismo, debían ser derrotadas usando argumentos racionales, para así mantenerlas en jaque en la opinión pública
"Las picafloras, dominadas por los estereotipos impuestos por el neoliberalismo patriarcal, han caído cautivadas por el recién llegado Picaflor de Cora".
El resultado de esta histeria protectora es infantes eternos, incapaces de desarrollar la resiliencia que la vida adulta requiere.
Nuestros legisladores tienen una enorme confusión entre lo que es el derecho y la legislación, que se disfraza tras una retórica burda donde las normas legales son vistas como una mera expresión de sus propios deseos y prejuicios.
Si queremos una sociedad civilizada debemos poner a la razón como el instrumento central de juicio y desplazar el sentimentalismo del debate público.
La causa de la libertad tiene sentido, pero para que triunfe debe estar secundada por personas dispuestas a defenderla sin complejos.
No se trata de si debemos cerrar fronteras o abrirlas de forma absoluta, se trata de canalizar de forma ordenada una de las consecuencias de vivir en un mundo globalizado.
El Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio no puede ser únicamente un Mecenas estatal, más bien debe abrir espacios y oportunidades para que la sociedad civil participe de manera eficaz en las artes.
Generar mejores y mayores niveles de conectividad, mediante mejoras en la infraestructura, no solo permitirá mejoras los estándares en cuanto a calidad de vida de los habitantes, sino que facilitará el acceso de inversiones y capital humano
El problema no es si se cambia o no la Constitución, ni por qué la cambiamos. El conflicto es previo: cuál sociedad es la que buscamos construir.
«La libertad no es un regalo de Dios,
sino una conquista humana»