El debate respecto a la Ley Naín-Retamal demuestra el nivel de moralización que ha alcanzado el debate político en Chile. La policía uniformada, […]
Durante este último tiempo los matinales han cobrado una relevancia política que muchas veces no es aprovechada por sus animadores, quienes se conforman con frases demagógicas en lugar de contribuir con rigor al debate público.
Desde 2008, Occidente vive tiempos convulsionados. La crisis financiera, la crisis de la deuda europea y la irrupción de las redes sociales, han puesto en jaque los equilibrios políticos de posguerra e, incluso, según muchos analistas, a las democracias liberales.
Hoy que estamos ante una de las decisiones colectivas más trascendentales de nuestra historia, deberíamos tomar en serio a las ciencias sociales y dejar, de una vez por todas, los espejismos retóricos que no tienen ningún sustento más que los meros sueños trasnochados de los populistas.
Se acerca el momento de decidir si se prefiere un país con libertad, sensatez política y económica, o uno arruinado por el engaño del autoritarismo y del populismo.
Podríamos decir que solo falta que aparezca un líder carismático, que prometa dar solución a todos los problemas y demandas de una vez, para que en Chile se instale definitivamente un ciclo populista.
El populismo como síndrome esencialmente anti-elitista.
Más allá de las generalidades y los clichés en boga sobre el votante populista existe una realidad concreta mucho más compleja que sólo puede ser captada mediante estudios pormenorizados y actualizados.
El discurso populista tiende a articularse en torno a cinco ejes que, en su conjunto, forman su versión arquetípica o plenamente desarrollada.
Bachelet ha abonado el terreno para la ideología y la demagogia en Chile, acercándonos peligrosamente a la desastrosa ruta de otras naciones que han caído en el engaño populista.
El avance democrático se ha detenido y los rasgos autoritarios han ganado fuerza dentro de muchas democracias.
«El progreso es imposible sin cambio, y aquellos
que no pueden cambiar sus mentes,
no pueden cambiar nada»