Es hora de que ese sector supere el tribalismo elitista que lo define y vuelva a creer en la libertad de expresión, la racionalidad científica, la igualdad ante la ley, el capitalismo y la meritocracia. Bajo el liderazgo de Gerhard Schroeder, Tony Blair y Bill Clinton, todos acusados de «traidores» por la nueva izquierda, no estaban lejos de esos principios.
La izquierda y sus amigos de centroderecha, contaminados con progresismo, deben entender de una vez que Donald Trump y fenómenos similares jamás habrían emergido si ella no se hubiera radicalizado hasta perder casi totalmente la conexión con el ciudadano medio y el sentido común.
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