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En Chile no hubo violencia Publicado en El Mercurio, 14.07.2023

En Chile no hubo violencia

Señor Director:

Es interesante el llamado de reflexión acerca de octubre de 2019 que hace Alfredo Sepúlveda ayer en su diario, porque, para quienes nos hicimos adultos durante los 2000, esa violencia política y el riesgo de ver la democracia caer era algo inimaginable. Nunca vivimos boinas negras amenazando La Moneda como en 1993 o curiosos picnics de militares alrededor de la cárcel de Punta Peuco tiempo después. Lo que vimos en 2019, sin matices, fue una sediciosa violencia callejera y política desde líderes de la centroizquierda hacia la izquierda. Fue una violencia mil veces menor y menos constante que la de los 60 y 70 y, sin embargo, pudo haber terminado quizás en qué desastre, dependiendo de la simple acción que hubiesen tenido los diferentes líderes en el gobierno o militares. Lo más increíble fue que el presidente Piñera no habían hecho nada, pero absolutamente nada para recibir semejante trato; solo ser un presidente de no-izquierda.

Antes de la UP, el PS había firmado su declaración violenta en famoso congreso en Chillán y la ejercía a través de diferentes brazos armados para luego llegar al Gobierno. Ahí, pedía radicalizar el proceso desde adentro —sin escatimar lo que ocurriese por el lado—. En el campo chileno, y especialmente en los valles centrales, la reforma agraria se había radicalizado violentamente, al igual que en diferentes empresas que eran tomadas con armas y violencia. Había enfrentamientos, muertos, y Allende ponía a los militares de ministros para calmar las aguas y/o coaptar milicias. Todo eso llevó a un espiral de violencia que tenía a grupos paramilitares antimarxistas operando contra esto, mientras que el contexto internacional aportaba con lo suyo a través de la CIA y los gobiernos de Cuba, Rusia y otros, que además de financiamiento, internaban armas, con el mismísimo Fidel Castro casi dos meses instalado en Chile azuzando la cueca.

«Lo que vimos en 2019, sin matices, fue una sediciosa violencia callejera y política desde líderes de la centroizquierda hacia la izquierda. Fue una violencia mil veces menor y menos constante que la de los 60 y 70».

La presidenta Bachelet, al presentar el libro del presidente Aylwin este martes, dijo acepté presentar el libro porque pensaba que eran las Memorias del presidente, pero cuando supe que era sobre la UP, me compliqué, y después, cuando lo leí, me compliqué más. Sacó risas. Ella era militante socialista en esos años y en la presentación criticó el libro porque ella nunca vio armas, «con suerte había un linchaco por ahí», pero esa idea de que las personas andaban armadas, y de que había violencia, de que los partidos validaban la violencia, para ella reflejaba que había dos visiones muy diferentes, experiencias vitales muy distintas acerca de lo que pasaba. Yo, en el público, solo puedo decir que lo encontré increíble.

Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.

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