El delirio institucional del feminismo de género
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Publicado en Emol 16.08.2022Todos sabemos que el terrorismo no es un fenómeno meramente criminal, también es un fenómeno político y nunca podrá ser derrotado completamente si antes no existe un amplio consenso entre nuestros líderes que deslegitime el uso de la violencia como método de acción política.
Ese consenso parece ser amplio en la ciudadanía. Lo dice así el contundente respaldo de la consulta ciudadana que se celebró en La Araucanía para extender el estado de emergencia y también es mayoritario el grupo de chilenos de origen mapuche que considera que la violencia no se justifica nunca.
Sin embargo, vemos que este consenso no es tan evidente en el mundo intelectual y en nuestra clase política como demuestran los casos de José Bengoa y Giorgio Jackson.
En su ya tan comentada aparición en un canal de Twitch, el ministro de la SEGPRES Giorgio Jackson dijo que en el sur muchas personas van a querer vender sus tierras porque no les sirven de nada si están tomadas, lo que puede generar una situación de win-win. Es decir, el ministro de Gabriel Boric se atrevió a decir que el desplazamiento forzado podría significar una ganancia para quienes se ven obligados a dejar sus hogares o lugares de trabajo a causa del terrorismo.
"El ministro de Gabriel Boric se atrevió a decir que el desplazamiento forzado podría significar una ganancia para quienes se ven obligados a dejar sus hogares o lugares de trabajo a causa del terrorismo."
Tan infame como las declaraciones de Jackson fue la carta que tan sentidamente le escribió José Bengoa —uno de los intelectuales detrás de la política indígena de la Concertación en los 90— al líder de la CAM Héctor Llaitul. En ella le pide una tregua a la CAM hasta el plebiscito para no favorecer al Rechazo. Nada importan las víctimas, solo que gane el Apruebo.
Dado que el terrorismo no es un fenómeno meramente criminal, la complicidad no se reduce solamente a aquellos que cooperan con la ejecución del delito por actos anteriores o simultáneos —como lo define el Código Penal en su artículo 16—. Al ser un fenómeno político, son cómplices del terrorismo —en un sentido más amplio del término— quienes legitiman el actuar terrorista. En este sentido de la palabra, existen muchos “cómplices” del terrorismo que gozan de un prestigio que debería ser puesto en duda en una sociedad decente que no tolera la violencia ni a quienes son conniventes con esta.
Los ciudadanos del sur de Chile merecen una paz que el Gobierno les niega al no hacer su trabajo. Quienes estamos del lado de las víctimas y no de los terroristas estamos obligados a denunciar y rebatir a quienes justifican este actuar.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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