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Sin relojes no hay paraíso Publicado en El Mercurio, 04.02.2023

Sin relojes no hay paraíso

Entre  Shakira y «Parived», se han puesto de moda los relojes Rolex. Son el non plus ultra de la elegancia. En campeonatos sin publicidad, como Wimbledon o Augusta, la única marca visible es «Rolex». Cuenta la historia, probablemente apócrifa, que al presidente de Rolex le preguntaron si no le parecía embarazoso que sus relojes se atrasaran 5 minutos y él contestó que no porque las personas que podían darse el lujo de comprarse un Rolex no tenían que llegar a la hora a ninguna parte. A juzgar por los memes que circulan sobre  «Parived» (que hoy suena más a un «alias» que a un apodo), él se encuentra entre los elegidos que no tienen que andar apurados por la vida.

Es extraña la fascinación de los hombres por los relojes. Mi abuelo decía que un hombre sólo pueden usar 2 joyas, el anillo de matrimonio y el reloj. Los hombres somos predecibles y por eso todas las revistas para hombres traen lo mismo: buenos autos, lindas mujeres, artículos deportivos y relojes. Por eso quien podría enjuiciar a Parived por gustarle las mujeres lindas; trabajar poco y comprar un Rolex.

La mayor contribución de la relojería al mundo la hizo el carpintero inglés John Harrison (1693-1776) que, con sus inventos de relojería, permitió determinar con exactitud la longitud en alta mar. Hasta entonces las estrellas nos permitían saber la latitud (cuán al Norte o al Sur se navega), pero no había forma de determinar con precisión la longitud. Siendo la hora cero en Greenwich, si un reloj podía mantener esa hora en alta mar, se podía determinar por diferencia cuántos grados hacia el Este u Oeste se había navegado en relación a Greenwich. Su invento permitió salvar millones de vidas. Sus relojes se pueden admirar hoy en el museo naval de Greenwich donde se encuentra el meridiano cero.

Hay personajes que han hecho famosos algunos relojes. El cronógrafo Rolex Daytona de Paul Newman se subastó por US$17.8 millones. John Kennedy hizo famoso el Omega cuadrado que usó en su toma de posesión y Neil Armstrong el Omega Speedmaster conque alunizó. Qué decir del famoso Cartier de Fred Astaire; el Corum Buckingham de Elvis Presley o el Tag Heuer Mónaco que usó Steve McQueen en la película Le Mans. James Bond usó Rolex primero y después Omega. Napoleón no usaba más que Breguet, que todavía publicitan como el elegido por el emperador. Insignes comunistas también se dejaron seducir por el lujo capitalista y así Fidel, el Che  Guevara y Chávez dieron siempre la hora luciendo Rolex en sus muñecas.

Hace algunos años, un amigo se compró un Rolex en Suiza y le preguntó a la vendedora si había alguna precaución al usarlo y ella le dijo que dos: sáqueselo para jugar golf y no lo use en Buenos Aires. Parece que ahora deberá incluirse Santiago entre los consejos. Hace unos días asaltaron a una pareja mayor en su casa. Según las noticias el móvil era robar la colección de relojes del dueño de casa. Los delincuentes chilenos se han refinado y ahora andan a la búsqueda de relojes caros. En un restaurant, si le preguntan la hora no la dé, sólo quieren ver el reloj que usa y marcarlo para asaltarlo a la salida.

«Ha hecho bien la policía en empezar a perseguir a los compradores/receptadores de bienes robados. Sin mercado secundario bajará ostensiblemente el número de delitos».

Para algunos, los delincuentes son las verdaderas víctimas de un sistema injusto y por eso roban. No lo hacen por malas costumbres ni por querer parecerse a sus futbolistas preferidos. Sino que lo hacen porque han sido maltratados por un sistema capitalista que privilegia los bienes materiales por sobre los espirituales. Esta falsedad ha invadido la política y la farándula y por eso nuestro presidente indulta delincuentes y doña Tonka y varios innombrables aplaudían al lumpenfascismo de la primera línea. En realidad consideran que no son bandidos, sino más bien ofendidos por la desigualdad.

Ha hecho bien la policía en empezar a perseguir a los compradores/receptadores de bienes robados. Sin mercado secundario bajará ostensiblemente el número de delitos. Mientras tanto, sin embargo, yo le sugiero que no coleccione relojes y si tiene que usar uno, mejor use un Casio: no se atrasa, es más barato y nadie lo va a matar por uno.

Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.

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