El delirio institucional del feminismo de género
Estas semanas han dado un golpe directo al feminismo de género, no solo porque los últimos sucesos han dejado al descubierto […]
Publicado en El Mostrador, 16.03.2023Por lo general, los aniversarios son motivo de celebración y de jolgorio, no obstante, el primer aniversario de Gobierno de la administración del Presidente Boric ha dejado a muchos un gusto amargo en boca, generando escasos motivos para celebrar su primer aniversario. La celebración hoy parece más forzada que espontánea, a pesar de que apenas algunos días atrás el Ejecutivo probara de celebrar y movilizar a las personas para festejar el «positivo» año de gobierno. Aparentemente, el país no se ha ido cuesta abajo como muchos esperaban, sin embargo, hay que desmenuzar las razones para aquello. Existe una paradoja en la celebración del primer aniversario de Gobierno del Presidente Boric, ya que el país no está tan mal como muchos pensaban y, de hecho, en muchos aspectos y comparado con el 2022, Chile ha repuntado; ¡todo esto es motivo de celebración! ¡Enhorabuena, Presidente Boric! El país está mucho mejor de lo que muchos pesimistas pensaban durante su administración; no obstante, la paradoja recae en el hecho de que no estamos muy seguros de que estos éxitos relativos y la actual mirada positiva del país sean realmente producto directo o deliberado de la administración que hoy celebra 12 meses de gobierno.
De hecho, entre las principales cosas que celebra el Gobierno hoy de sus presuntos logros, casi ninguna de ellas fue gracias al mismo directamente, sino que a pesar de la presencia de este. Dicho de otra forma, la presencia de 12 meses de Gobierno del Presidente Boric no es condición ni necesaria ni suficiente para poder explicar que el país esté relativamente mejor hoy que en el 2022. Pues bien, analicemos el caso de este primer aniversario punto a punto.
Dentro de los motivos principales, dados por el gobierno, para poder celebrar estos primeros 12 meses de Gobierno con algarabía, estaría el hecho de que la confianza económica y política ha vuelto al país. Pero resulta difícil creer que la vuelta de la confianza económica y política sea un resultado directo del programa y de la gestión del Gobierno del Presidente Boric. Más bien, la anterior vuelta de confianza se debe principalmente a: (i) el rechazo rotundo de la propuesta constitucional, a pesar de que este Gobierno se desplegó por cielo, mar y tierra para tratar de aprobarla —dicho sea de paso, coqueteando incluso con el intervencionismo político para aprobarla–; (ii) la firma del TPP11 y ratificación de otros TLC, pese a que el Presidente declarará: «Yo voté en contra de ese tratado cuando era diputado en el primer periodo»; (iii) el reciente rechazo a la reforma tributaria; y, finalmente, (iv) la paulatina moderación ideológica del gobierno.
Al analizar estos cuatro motivos que la mayoría de los analistas han dado para poder explicar el regreso de la confianza económica en el país, resulta evidente que estos hechos positivos no han sido del todo gracias al actual Gobierno y su gestión deliberada, sino que han ocurrido a pesar de la presencia de este gobierno. Como diría hace poco el economista Sebastián Edwards: «El repunte reciente de la economía es producto del triunfo del Rechazo. Es el dividendo del 4 de septiembre». Es difícil entonces atribuirle esta vuelta de confianza a la gestión de los últimos 12 meses del actual gobierno.
De hecho, todos estos puntos mencionados, que hoy favorecen a Chile en el plano de las expectativas, son exactamente aquello a lo que este Gobierno estaba a cielo abierto en contra. Es decir, estos cuatro puntos que hoy celebramos son exactamente lo opuesto a lo que hubiera querido este Gobierno para nuestro país. Por ejemplo, el Presidente de la República y varios ministros integraron la bancada «Chile sin TLC» (además de la famosa foto del Presidente con la polera #NOTPP). Otro ejemplo, el exsubsecretario Ahumada, probablemente de los miembros más controvertidos del gabinete, era la personificación de la lucha en contra de los supuestos «nefastos» tratados de libre comercio (TLC). Si hasta el programa original de Gobierno de Boric encarnaba aquel ethos contrario a los TLC (cosa de recordar las declaraciones de Grau, Ahumada, entre otros durante la campaña presidencial). El Ejecutivo hoy cumple a regañadientes la ratificación (aprobada por ambas cámaras) del TPP11 únicamente porque el Congreso, bajo la actual Constitución, así lo ordena. Nuevamente estamos celebrando no gracias a este gobierno, sino que a pesar de la presencia de este.
Asimismo, se rechazó una reforma tributaria deficiente, que no corregía los problemas que señalan las principales organizaciones internacionales (señalados en los informes de la OECD), como aumentar base tributaria y que desincentivaba aún más el crecimiento y la inversión. Desde un impuesto al patrimonio (que ha sido una política pública empíricamente fracasada en el mundo y con extensa evidencia sobre aquello, ver aquí), hasta una propuesta que no aumenta para nada una base tributaria ya estrecha –en Chile, ¡menos del 13% de la población paga impuesto a la renta!, dado que es impopular–. ¿El problema entonces?: se siguen raspando la olla donde mismo se ha raspado, sobrecargando de impuestos a personas y empresas que ya son los mayores contribuyentes sin ampliar las bases fiscales.
«Después de haber examinado en detalle la situación, no nos queda muy claro si todas estas cosas buenas son gracias al primer año de gestión del actual Gobierno o son cosas buenas que han ocurrido a pesar de la presencia de este en La Moneda. ¿Qué celebramos entonces, Presidente?».
Mientras en la OECD la recaudación vía impuestos corporativos representa apenas un 9.2% de la recaudación total, en Chile esta representa el 24.3%, es decir, ¡más del doble! Por otro lado, mientras en la OECD la recaudación vía impuestos a las personas representa un 24%, en Chile esta representa solamente el 10.3%, ¡menos de la mitad! (ver aquí). Por último, y con otro lapsus de gran desprolijidad de este gobierno, el hecho de que la idea de legislar sobre esta reforma tributaria haya sido rechazada, se debe exclusivamente a un autogol involuntario del Gobierno que no supo manejar bien los votos para sostener la reforma. Nuevamente, estamos celebrando buenas expectativas no gracias a este gobierno, sino que gracias a los errores no forzados de este.
Finalmente, desde el actual Gobierno se ha venido celebrando bastante la actual disminución de la inflación. Pero, como bien sabemos, los resultados de la inflación no tienen nada que ver con el actual gobierno, sino que son gracias a la buena gestión de nuestro Banco Central, independiente del poder político. De hecho, uno de los ministros más cuestionados de este actual gobierno, el economista Nicolás Grau, mencionó en una entrevista para «Fast Check» que: «Logramos desde el segundo semestre del 2022 empezar a bajar la inflación», sugiriendo, de cierta manera con el uso del «nosotros», que dicho logro antiinflacionario es atribuible a la gestión del actual gobierno. Nada más lejos de la realidad, ya que sabemos que la buena pega de controlar la inflación no fue gracias a este gobierno, sino gracias al Banco Central.
De hecho, el buen trabajo del BC en controlar la inflación ha ocurrido a pesar de todas las dificultades y trabas que ha tenido justamente gracias a políticas irresponsables que los mismos políticos en el actual Gobierno han ayudado a causar, como es el caso de los irresponsables retiros de los fondos de pensiones –política que, recordemos, el actual Presidente Boric votó a favor en cuatro ocasiones (ver aquí) y que incluso hasta el ministro de Desarrollo Social, Giorgio Jackson, ha reconocido la semana pasada como irresponsables (ver aquí)–. Por lo demás, hoy con el relativo aumento del gasto público el Gobierno actual continúa poniendo trabas para combatir la inflación, al generar mayores presiones inflacionarias (del tipo crowding out) con el actual gasto gubernamental.
En síntesis, hoy, en marzo del 2023 y comparado con el 2022, sí tenemos bastantes cosas buenas que celebrar, sobre todo las buenas expectativas de nuestra economía, una relativa estabilidad y mejores expectativas para hacer negocios en el futuro y una inflación a la baja, no obstante, después de haber examinado en detalle la situación, no nos queda muy claro si todas estas cosas buenas son gracias al primer año de gestión del actual Gobierno o son cosas buenas que han ocurrido a pesar de la presencia de este en La Moneda. ¿Qué celebramos entonces, Presidente?
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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