El delirio institucional del feminismo de género
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Publicado en El Líbero, 29.09.2023La siempre valiosa invitación a estudiar el pasado para comprender el presente por lo general nos lleva a visitar remotos y notables pasajes de nuestra historia para siempre concluir que los seres humanos seguimos siendo los mismos. Pero no hace falta viajar a la Atenas de Pericles o a la España de Felipe II para cumplir con esta lección. En ocasiones, basta con revisar la prensa de años atrás para sacar notables conclusiones.
Esto último me llevó recientemente a revisar la prensa del domingo 30 de agosto de 2020. En ella encontré una notable entrevista a Pablo Longueira que nos invitaba a votar «Apruebo» en el Plebiscito de Entrada del fracasado proceso constitucional anterior. Fácil sería decir con los ojos del presente que lo que postulaba «Pablo» (como lo llaman sus camaradas gremialistas, como los teólogos llaman al apóstol) era un disparate, pero eso sería un grave error. Supondría pasar por alto el ingenioso esfuerzo del expresidente de la UDI de subirse a la ola del «Apruebo» que meses después (en el plebiscito de octubre de 2020) demostró ser enorme, pero que posteriormente (en las presidenciales de 2021) probó no ser definitiva.
«Presidencializar el actual proceso constitucional no solo es una penosa manifestación de lo pequeña que puede ser la política cuando quienes la ejercen ven amenazadas sus perspectivas para alcanzar más poder. Es también un error estratégico».
En efecto, el cálculo que se hacía en ese entonces era que fuera del «Apruebo de entrada» no había futuro político. Esto llevó a la principal carta de la derecha en ese tiempo, Joaquín Lavín, a abrazar como el que más dicha opción. Todos ya conocemos el desenlace de esta historia: Lavín se quedó en las primarias y el candidato que llegó a la segunda vuelta del sector fue el único rostro del «Rechazo».
Con esto, no pretendo sugerir que Longueira y Lavín debieron haber votado «Rechazo». Solo aspiro a cuestionar las declaraciones que en ese tiempo parecían irrefutables y que después solo demostraron ser vaticinios: vehementes, pero fallidos. A su vez, esto puede ser útil para ser siempre escépticos con las declaraciones que hoy algunos pretenden escribir en mármol, que siempre ha sido una pésima estrategia de presagiar lo que vendrá, pero una correcta maniobra para definir el presente.
Presidencializar el actual proceso constitucional no solo es una penosa manifestación de lo pequeña que puede ser la política cuando quienes la ejercen ven amenazadas sus perspectivas para alcanzar más poder. Es también un error estratégico porque difícilmente será el hito que definirá la próxima elección presidencial. Por esta razón, quien abraza con fervor el «En contra» a estas alturas del partido movido por las encuestas, podría estar apresurándose en una decisión que todavía no le ha llegado su hora. Pero las oportunidades no solo se pierden por la prisa, sino que también por la demora.
Poner la vista en las presidenciales ha perjudicado tanto a Kast como a Matthei y ambos reflejan las dos formas bajo las cuales un político puede dejar pasar una oportunidad. Es más que evidente que Matthei se precipitó y ahora está saliendo a rectificar su estrategia dominical. En este sentido, acertó el presidente de la UDI, Javier Macaya, en salir al paso de las declaraciones de su principal carta presidencial, aprendiendo del error que le supuso a la colectividad el entregarle un cheque en blanco a Joaquín Lavín en 2020.
Pero si Matthei se apresuró, Kast está pecando por su inacción. Todavía está intentando convencer a los suyos a través de giras y ahora es tiempo de tender puentes más allá del Partido
Republicano. Lo mínimo que deberíamos esperar es que Kast sea capaz de aunar a todas las fuerzas del Rechazo de 2022 y eso implica ofrecerle protagonismo a fuerzas que hoy no están en el Consejo Constitucional. Kast debe negociar públicamente (no en reuniones privadas) tanto con los dirigentes de Amarillos y Demócratas, como con las cartas presidenciales de Chile Vamos: Matthei y Carter. A través de estos compromisos explícitos, es evidente que Kast perdería protagonismo, pero no lo necesita para el plebiscito de diciembre de 2023.
La oportunidad en política es fundamental. Quien la aprovecha da cuenta de su prudencia, paciencia y capacidad de conectar con la sociedad. Es hora de que todas las fuerzas del Rechazo y los arrepentidos del Apruebo —que no son pocos— ofrezcan públicamente sus observaciones al texto del Consejo Constitucional para que quienes están dentro de dicho organismo realicen las modificaciones necesarias que permitan un triunfo de la opción «A Favor» en el próximo plebiscito.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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