El delirio institucional del feminismo de género
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Publicado en La Tercera, 01.02.2023Mucha gente que no se dedica ni a la economía, ni a la ciencia política, ni a la producción de conocimiento en la academia a veces tiene miedo de acercarse a las ciencias sociales y a la filosofía. En particular, hay un gran temor de parte de los ciudadanos de acercarse al pensamiento económico —porque se le considera muy técnico o numérico— y a la filosofía —porque se le considera muy abstracto y alejado de la realidad—. Esto es muy dañino para la sociedad, ya que el conocimiento económico y filosófico debería ser una parte fundamental de toda sociedad culta, libre y próspera. Por otra parte, aquellos cientistas sociales que están ya involucrados en la investigación y en la producción de conocimiento –ya sea escribiendo papers académicos o libros— se han visto cada vez más ensimismados por la sobreespecialización de las ciencias sociales, a tal punto de que hoy tenemos economistas que se vanaglorian de saber solo de “microeconomía aplicada” y de cientistas sociales que están felices solo de saber de “comportamiento electoral”. De esta manera, debido a la intensa división del conocimiento y la tiranía del paper, tenemos economistas que no tienen idea de política y democracia, cientistas políticos que no tienen idea de economía, y filósofos que viven en mundos ideales e imaginaros sin entender que existen rectas presupuestarias.
Con ambos fenómenos –la distancia entre ciencias sociales y la ciudadanía, por un lado, y la especialización excesiva de algunas de estas disciplinas, por otro–, la economía y la política se han alejado paulatinamente de las humanidades, ignorando la relevancia de la economía política y su relación con la filosofía moral, la ética, las instituciones políticas y con lo social en su conjunto. Dicha visión empobrecida, que no reconoce la riqueza que encierran las ciencias sociales y su relación con el pensamiento humanista, se ha hecho evidente en Chile en las últimas décadas, elemento que ha contribuido a una falta de diálogo ponderado y nos ha conducido a profundos conflictos sociales y polarización. De hecho, el problema de la ceguera intelectual de los economistas (entre otros) y la falta de diálogo ponderado entre las ciencias y las humanidades —que hizo tanto daño en la Europa continental durante el siglo XX de cara a los totalitarismos socialistas y fascistas—, fue advertido por el premio Nobel de Economía F.A. Hayek, cuando señaló: «nadie puede ser un gran economista si es solo un economista, e incluso estoy tentado de agregar que el economista que es solo un economista probablemente se convierta, no solo en una molestia, si no que en un verdadero peligro». Dichas advertencias de Hayek son hoy más relevantes que nunca de cara a la profunda polarización y ceguera ideológica de muchos académicos y de elites intelectuales.
Por fortuna ante esta realidad, existe una vía de escape y una alternativa interdisciplinaria que bien podría subsanar, en parte, dichos aspectos negativos que la sobre-especialización miope de las ciencias sociales ha llevado: nos referimos al PPE. El termino PPE se refiere a la unión entre Philosphy, Politics and Economics como campo de estudio. PPE entonces es la unión o convergencia de estas tres disciplinas bajo un solo marco general de análisis para poder entender los fenómenos sociales, políticos y económicos contemporáneos cada vez más complejos y entrelazados. En simple, el PPE cree que Filosofía, Política y Economía unidas jamás serán vencidas a la hora de ayudarnos a iluminar nuestras problemáticas públicas y sociales.
El PPE como campo de estudio interdisciplinario nace en la Universidad de Oxford en 1920, en donde era conocido en sus inicios como ‘Modern Greats’. El PPE nació de la convicción de que el estudio del humanismo de Occidente y de las grandes obras modernas del pensamiento económico, político y filosófico podían transformar la vida intelectual y la actitud cívica de los estudiantes y, por lo tanto, contribuir a mejorar el nivel político y socioeconómico de la sociedad en general. Dicho de otra forma, el PPE que nace en Oxford buscaba rescatar una vieja tradición del Reino Unido, aquella tradición del humanismo y de la filosofía moral que se consolida en la Ilustración Escocesa de David Hume, Adam Smith y Adam Ferguson y que después permea en el pensamiento inglés de pensadores como John Stuart Mill, Isaiah Berlin y Michel Oakeshott, entre otros.
Cabe recordar que la economía, la sociología y la ciencia política son ciencias sociales que nacieron unidas de las reflexiones filosóficas y políticas de estudiosos interdisciplinarios de las sociedades comerciales tales como Adam Smith, Max Weber y Nicolás Maquiavelo. Los grandes pensadores políticos y económicos fueron, sobretodo, también grandes filósofos y sociólogos comprometidos con en el debate público. Esta visión interdisciplinaria establece que las disciplinas de la política y la economía están indisolublemente unidas y que no es posible comprender adecuadamente los procesos políticos sin explorar el contexto económico en el que opera la política y viceversa. De cara a esta realidad es que el PPE, como programa de estudio, cobra tanta vitalidad y relevancia hoy. De hecho, es tal el valor y el interés del PPE hoy, que las mayorías de las universidades más prestigiosas de Inglaterra y las Ivy League en Estados Unidos ofrecen estudios en la intersección entere filosofía, política y economía.
El objetivo del PPE es el estudio y la comprensión de las estructuras políticas y los principios filosóficos, morales y económicos que sustentan a una sociedad moderna. Es decir, el PPE busca ser un puente analítico entre las humanidades y el pensamiento humanista de occidente, por un lado, y la técnica y las ciencias sociales por el otro, para ayudarnos a responder la trascendental pregunta: ¿cuales son los fundamentos éticos, políticos y económicos de una sociedad próspera y pacífica? El PPE tiene sus raíces entonces en la visión de que para comprender los fenómenos sociales complejos de hoy uno debe abordarlos desde varias direcciones disciplinarias y marcos analíticos complementarios. Es decir, distintas luces y focos, proyectados al mismo tiempo, ayudan a iluminar mejor los problemas humanos.
Ahora bien, cabe preguntarse: ¿Qué aporta cada una de estas tres disciplinas al PPE? (1) Primero, el estudio de la filosofía dota a los estudiantes de meta-herramientas y actitudes o formas de pensar, como la capacidad de razonar con rigor y lógica, y facilita la reflexión ética de las dinámicas políticas y económicas. Estudiar filosofía desarrolla entonces el rigor analítico, y el pensamiento crítico y lógico, promoviendo así la mesura y la argumentación racional. (2) Segundo, el estudio de la política nos acerca tanto a la reflexión de lo público, como a las instituciones políticas que gobiernan la sociedad y que ayudan a resolver problemas de acción colectiva. La política permite comprender el rol de la acción colectiva, el rol de la gobernanza y la distribución y los contrapesos del poder. Esto ayuda a entender mejor la historia, el debate público y el acontecer político de un país convulsionado como el nuestro. (3) Tercero, estudiar economía política se considera vital porque todas las decisiones políticas o legales se relacionan con asuntos económicos y estas determinan el funcionamiento de los mercados y, posteriormente, los eventos macroeconómicos como el progreso. La economía permite apreciar los problemas de coordinación en la sociedad y el rol de los mercados bien regulados en resolver la escases y promover la generación de bienestar. En síntesis, la economía otorga herramientas para comprender: qué instituciones son necesarias para generar prosperidad y cómo los derechos de propiedad y los incentivos afectan el funcionamiento de organizaciones vitales como las empresas, la sociedad civil y el Estado.
«Están naciendo programas de PPE precisamente para enfrentar estos riesgos, que han precipitado a muchos a la arrogancia intelectual, a la polarización, y, finalmente, a desmontar los fundamentos de las sociedades democráticas y libres».
Al ver el aporte clave y complementario de estas tres disciplinas nos resulta evidente el cómo el PPE es una valiosa alternativa educacional y analítica para poder salir de nuestras trincheras ideológicas y poder comprender mejor los fundamentos éticos, económicos y políticos de una sociedad pluralista y próspera para las futuras décadas. Resulta extraño que, mientras en el mundo anglosajón el PPE lleva casi 100 años desarrollándose, en el mundo hispanohablante hasta hora casi ni existan centros o programas dedicados al PPE. Por fortuna, esto comienza a cambiar en Chile gracias a esfuerzos de distintas universidades como, por ejemplo, la Universidad del Desarrollo y su Centro Faro UDD. Están naciendo programas de PPE precisamente para enfrentar estos riesgos, que han precipitado a muchos a la arrogancia intelectual, a la polarización, y, finalmente, a desmontar los fundamentos de las sociedades democráticas y libres. ¡Enhorabuena que aterrice el PPE en Chile!
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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