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Por qué votar a favor o en contra de la Constitución es irrelevante para Chile, según Axel Kaiser Publicado en Bloomberg Línea, 15.12.2023

Por qué votar a favor o en contra de la Constitución es irrelevante para Chile, según Axel Kaiser

Si la mayoría de las encuestas han estado acertando en las semanas previas al plebiscito de este domingo en Chile, el segundo intento de alcanzar una nueva Constitución para el país terminará naufragando.

Pese a que una parte considerable de la clase política chilena considera de suprema vitalidad lograr una nueva carta magna, no es el caso de uno de los principales referentes libertarios de ese pais, Axel Kaiser.

Abogado, doctor en Filosofía y Economía Política y reconocida figura del liberalismo latinoamericano, visitó Buenos Aires en ocasión de la asunción a la presidencia de su amigo, Javier Milei, con quien dialogó personalmente este fin de semana.

En una entrevista con Bloomberg Línea, Kaiser cuestionó en duros términos la gestión de la economia del presidente de su país, a la vez que argumentó que la disusión en torno a la Constitución ha desviado la atención de los problemas reales de los chilenos; entre ellos, la crisis del sistema de salud, la seguridad, y la apatía de la comunidad

Bloomberg Línea: A pesar del aumento del riesgo país durante el Gobierno actual, Chile sigue siendo el segundo con menor riesgo en la región, después de Uruguay. ¿Qué análisis hace de esta situación en relación con la gestión del presidente Boric, las instituciones y el clima social?

Axel Kaiser: Esto refleja que Chile aún se beneficia del sólido trabajo realizado durante 40 años, heredando institucionalidad y estabilidad económica a pesar de la erosión causada por gobiernos de izquierda en la última década. La gestión del presidente Boric es desastrosa; su proyecto económico deteriora la institucionalidad privada y los mercados. Apostó por una Constitución comunista y una reforma tributaria que no fueron aprobadas. ¿Podrían hacer las cosas peor? Sí, obviamente, siempre se puede hacer peor. Pero su Gobierno ha sido muy malo. Esa es la verdad.

«No hay un interés significativo de los mercados internacionales en invertir en Chile, especialmente con la incertidumbre actual por el proceso constitucional».

¿Cuáles son los números concretos que reflejan ese deterioro?

Recesión económica, es decir, el país crece cero o crece menos que cero. Esto va a ser también así el próximo año y, yo pienso, hasta que termine el Gobierno de Boric. Está encogiéndose la clase media, está aumentando la pobreza. Está aumentando el desempleo fuertemente. El único empleo que aumenta es el empleo estatal. El ministro Mario Marcel no quiere ser honesto con las cifras, entonces dice que se han creado empleo. Las finanzas públicas están deterioradas. Estamos llegando al 40% del producto de deuda, o un poco más cuando termine el gobierno de Gabriel Boric. No hay ningún número económico positivo. Todos los que tú examinas se han deteriorado.

Los datos oficiales indican que la inversión extranjera se mantiene en 2023 entre los niveles más elevados de los últimos 20 años. ¿Cómo interpreta este dato?

Habría que examinar bien esa inversión. El componente de inversión extranjera puede reflejar una alza puntual. Es posible que se deba a inversiones para renovar o actualizar procesos en minería, que eso atrae mucho dinero. Lo que sabemos es que los niveles totales de inversión en Chile están en caída libre. Esa es la verdad. Vienen en declive durante la última década. No hay un interés significativo de los mercados internacionales en invertir en Chile, especialmente con la incertidumbre actual por el proceso constitucional. Recién estamos votando por el tema el domingo. No sabemos qué va a pasar ahí. Hay mucha incertidumbre. La carga regulatoria del país también es un tema de discusión permanente.

Los impuestos son altísimos. La minería está siendo cada vez menos competitiva a nivel internacional también por las cargas de impuestos que se les está poniendo. La fuga de capital también es evidente, con estimaciones de aproximadamente 80 mil millones de dólares fugados entre 2019 y 2022. Entonces, yo no me quedaría solo con un dato y un antecedente especifico. Llevamos diez años con crecimiento 0,6% del ingreso per cápita. Eso es del segundo gobierno de Michelle Bachelet, que fue la que terminó por destrozar los fundamentos de la economía chilena y el gobierno de Boric lo ha hecho todo peor.

El proceso constituyente generó incertidumbre para inversores y complejidades sociales. Ahora, las encuestas sugieren que la propuesta de la oposición también podría ser rechazada. ¿Cómo evalúa este vaivén y la posible continuidad de la actual Constitución sancionada por Augusto Pinochet en 1980?

Chile nunca tuvo un problema constitucional real; fue algo que inventaron los políticos porque no querían hacerse cargo de los problemas reales de las personas. Ha sido todo un fiasco. Yo diría que incluso un fraude de la clase política. Normalmente en América Latina si las cambian, es porque dejaron de crecer y producen todo tipo de aumento de intervención estatal y del populismo. Si la nueva Constitución es rechazada es porque la gente ya está cansada. Porque los problemas que tienen reales, como un sistema de salud que está a punto de colapsar y entrar en una crisis mayor, una economía que no crece y no genera empleo, sino que está produciendo cada vez más desempleo, o una delincuencia en sus niveles históricos más altos, no tienen nada que ver con la Constitución. La discusión constitucional ha sido estéril, de cuatro años e, independientemente del resultado, los problemas persistirán. Una eventual aprobación podría generar un efecto positivo a corto plazo en la estabilidad, pero no resolvería los problemas fundamentales. Y la Constitución actual tiene la firma de Ricardo Lagos. Es una Constitución que es menos de un tercio del texto original de 1980, menos de un tercio. Todo el resto ha sido reformado y cambiado. Es una falacia decir que es la de Pinochet.

¿No beneficiaría a Chile ni una aprobación ni un rechazo?

La Constitución, si se aprueba no va a ser por un margen demasiado alto. No como lo que uno necesitaría en una Constitución, que es un 60-40, un amplio consenso. Entonces va a quedar muy frágil y se va a volver a abrir el tema constitucional en dos o tres años más. Pero con la ciudadanía frustrada, porque supuestamente la derecha, la centroderecha le prometió cosas que no se van a cumplir. La izquierda, que ha querido tener una Constitución de izquierda todo el tiempo, va a aprovechar eso para reflotar el tema constitucional y plantear una Constitución populista maximalista como la que se rechazó la última vez. Tal vez no tan agresiva, pero van a intentar hacer cambios en esa línea. Yo no tengo ninguna duda. Entonces, no creo que se vaya a resolver algo de manera definitiva, a menos que la Constitución ganara con un 70% de apoyo, y el próximo gobierno sea un gobierno de derecha. Lo veo muy improbable.

¿Qué efectos positivos podría tener a corto plazo la aprobación de una nueva Constitución?

Podría haber una mejora en la confianza del mercado, con la disminución del dólar y fortalecimiento del peso. Esto podría generar un efecto positivo en la inflación y dar la sensación de estabilidad institucional. Los mercados internacionales darían por entendido que finalmente este proceso se cerró de manera definitiva y en ese sentido podría favorecer el riesgo país, incluso algo al menos. Eso ayudaría con algunas inversiones que están paralizadas y que no se están realizando. Sin embargo, a mediano y largo plazo, la realidad podría decepcionar las expectativas, especialmente si la nueva Constitución no logra abordar eficazmente los problemas del país. Y aparte, es cierto que politicamente representaría una derrota colosal para la izquierda más dura, que es la que asusta a los mercados y es la que asusta a los inversionistas.

Y en ese punto, ¿es posible que surjan nuevos disturbios sociales, protestas?

No, por ningún motivo, porque las protestas del 2019 nunca fueron organizadas por la izquierda. Eso es un engaño que ellos trataron de vender. No tienen la capacidad de convocar 800.000 o un millón de personas. Lo que sí estuvo manejado por la izquierda fueron las destrucciones, en parte, y los actos terroristas y de saqueo, destrucción del metro. Ahí hubo grupos anarquistas, grupos de izquierda, grupos de barras bravas, de fútbol, de narco, hubo de todo. Y la izquierda, por supuesto, lo avaló. Lo promovió el mismo presidente Boric. Pero ellos no fueron los que movilizaron a casi un millón de personas manifestarse. Cuando yo decia que iba a ganar el rechazo [en el último plebiscito constitucional], y muchas personas planteaban que iba a haber otra explosión social, yo decía que eso era imposible. Porque se necesitan muchas circunstancias para que se produzca algo así, y que son de carácter espontáneo varias de ellas. No digo que no pueda haber otra crisis social gigantesca en Chile. La puede haber, pero no por las razones que la gente sostiene. O sea, no porque se rechazó esta Constitución que se está planteando el domingo. Por ejemplo, si quiebra el sistema público de salud, yo creo que el gobierno de Boric no termina. Eso podría pasar, no es un escenario de ciencia ficción. Si el gobierno no hace lo que tiene que hacer, y no es tan difícil evitar la quiebra de las Isapres, no es imposible pensar que el gobierno de Boric no termine su mandato, porque me parece inconcebible ver a millones de personas, casi la mitad de la población de Chile, se queden sin seguro de salud o sin posibilidad de atenderse, y que no ocurra una crisis social.

¿Tiene intenciones de ser candidato en las próximas elecciones?

No tengo planes para las próximas elecciones. Si llegara a considerar la posibilidad, sería en futuros procesos electorales. Actualmente, me encuentro enfocado en otros proyectos y no estoy dispuesto a dejarlos en este momento. La próxima elección parece estar demasiado cerca, y cualquier participación sería más testimonial que con expectativas de victoria. Si viene un gobierno de centro-derecha, la próxima vuelta, en dos años más, y ellos hacen bien las cosas, no es necesario que una persona como yo entre en política, hacer lo que hizo Javier Milei en Argentina.

¿Quién cree que será el próximo presidente de Chile?

Un cambio de gobierno viene seguro. Es decir, aquí va a estar entre Evelyn Matthei y José Antonio Kast. Va a depender bastante del resultado del plebiscito. Tiendo pensar que va a ser Evelyn Matthei, porque me parece que se va a rechazar la Constitución este domingo, a pesar que hay algunas encuestas que dicen que se va a aprobar. Pero claro, si se aprueba, no será por una diferencia importante, y creo que quedará muy bien perfilado José Antonio Kast para ser presidente. Ahora, como creo que eso no va a ser así, salvo que aparezca un candidato sorpresa, que nadie está esperando y que sea una especie de estos milagros y fenómenos políticos que ocurren, pienso que tiene muchas probabilidades Evelyn Matthei.

¿Cuál debería ser la dirección económica de Chile? ¿Debería reducir su dependencia del cobre y de China?

La economía chilena debe centrarse en recuperar la institucionalidad destrozada. Estábamos entre los 10 países con más libertad económica del mundo, hace no mucho éramos 13 y ahora estamos 30. En la medida en que hemos caído en los rankings de libertad económica, la actividad también de nuestra economía se ha desplomado. Lo primero que debe hacer es reducir impuestos, simplificar el sistema tributario, disminuir el tamaño del Estado y recortar gastos son medidas clave. Además, se debe consolidar el gasto fiscal en niveles sostenibles y desarrollar las ventajas comparativas, sin descuidar la minería, incluido el potencial del litio. Es esencial mantener cuidado en las relaciones con China, considerando el contexto de la guerra fria 2.0 y preservar aspectos estratégicos del país.

Hay que tener cuidado con qué áreas entregamos a China. En esa guerra fría tenemos que ser neutrales comercialmente. No podemos desentendernos de China, pero hay cuestiones clave y estratégicas que ciertamente no podemos dejar en manos de quienes son los enemigos de la civilización democrática occidental, y ahí estamos alineados con Estados Unidos o Europa y el resto occidente. Ese es un tema geopolítico que no podemos perdernos de vista, no podemos perder el país en ese sentido.

Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.

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