Un debate espinudo
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Publicado en El Mercurio, 24.11.2024Siete son los «neuroparásitos» o ideas «altamente contagiosas» que nombra el abogado y doctor en Filosofía por la U. de Heidelberg, Axel Kaiser, en su último libro para acusar lo que señala como ideas del progresismo de izquierda que «infectan» el pensamiento. Se trata de elementos que, dice el autor, afectan el comportamiento de la sociedad, «enfermando a la política» y trayendo consigo «colapsos de sociedades enteras».
El texto, titulado «Parásitos mentales», será lanzado pasado mañana y tendrá como presentadores al exministro Gerardo Varela, el filósofo Ezequiel Spector y el extimonel de la Sofofa Richard von Appen.
IDEAS PATÓGENAS
Kaiser explica en su libro que «los neuroparásitos determinan la conducta del huésped de distintas maneras» y, con dedo acu-satorio, apunta a círculos académicos de izquierda como una de las mayores fuerzas de propagación.
De hecho, incluye el ejemplo del filósofo Karl Marx como el caso más emblemático de contagio de ideas patógenas. Para Kaiser, que Marx siga siendo «la celebridad intelectual» más importante del último siglo demuestra lo difícil que sería aniquilar los «neuroparásitos».
Con referencias a datos históricos, artículos e incluso citando y debatiendo argumentos de académicos como los Nobel Joseph Stiglitz y Amartya Sen, Kaiser escribe el texto para «eva-luar la toxicidad» de estas siete ideas y atisbar potenciales tratamientos, dedicando el libro a los «huéspedes antes de que sea tarde». A continuación, los «siete parásitos descritos por Kaiser».
JUSTICIA SOCIAL
Para el abogado, pocos parásitos mentales han logrado tener efectos tan virales como este. Kaiser dice que la justicia es una idea abstracta, volviéndose imposible de aplicar transversalmente. Por lo mismo, contraargumenta la idea de la «igualdad de oportunidades», y responde al profesor de Harvard John Rawls. El autor chileno cree que, bajo la visión de Rawls, un sistema socialista «se podría justificar» conduciendo a un «autoritarismo estatista meritocrático». Agrega Kaiser que para entregar total igualdad de oportunidades, se eliminarían diferencias propias del hombre como, por ejemplo, «ventajas biológicas o geográficas».
El abogado argumenta en contra de una redistribución económica social y cita que los innovadores de empresas, como Bill Gates, solo retienen «2,2% del valor creado socialmente», dando oportunidades. Concluye que, en el peor de los casos, este parásito puede llevar a la «destrucción de la vida civilizada».
DERECHOS SOCIALES
Es un concepto que constituye el «compañero de ruta» de la justicia social siendo, según el abogado chileno, la expresión material de esta. El autor comenta que fue el economista T. H. Marshall el introductor de este parásito. Para Kaiser, los derechos sociales o la entrega estatal de servicios no dan libertad sino materialidad y explica lo importante que fue la Revolución Industrial para garantizar derechos de igualdad ante la ley y de propiedad.
De todas formas, Kaiser afirma que esta idea, igual, llegó «a infectar» la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 y a Estados Unidos, el que destina montos de su gasto federal a subsidios y programas sociales, «pagando el costo» con una «posible crisis fiscal» en camino.
NEOLIBERALISMO
Si bien, para Kaiser, los dos puntos anteriores son cosas negativas revestidas de positivas, en este caso sería lo contrario.
El chileno describe cómo este sistema ha sido el villano de varias narrativas progresistas latinoamericanas. Desde Fidel Castro a Gabriel Boric. Citando al Nobel en Economía Joseph Stiglitz, quien aplaudió a las economías venezolana y cubana y tildó de «mito» el éxito económico de Chile, da cuenta de que hay peligro en dejarse enamorar por la idea de que el neoliberalismo es la cuna de todos los males sociales.
El autor distingue que este no sería un capitalismo desenfrenado. Por tanto, Kaiser ar-gumenta, con cifras y fuentes históricas, que «todas las naciones que han limitado la libertad de mercado» han caído en distintas crisis. No solo económicas, como en el caso de los países nórdicos de Suecia y Dinamarca, sino humanas.
ESTADO BENEFACTOR
Según Kaiser, este cuarto elemento cuenta con orígenes militares y filosóficos en la Alemania del siglo XIX, comentando que Friedrich Hegel fue «el filósofo más decisivo para infectar este parásito mental» en Occidente. En su base, tendría que ver con agrandar, a niveles exagerados, el Estado para que se puedan otorgar los derechos sociales, aumentando el gasto público. Para ello, se solicita la «socialización» del ingreso, «agrediendo» derechos fundamentales como el de propiedad privada.
Para Kaiser, Hegel llegó incluso a contagiar al expresidente estadounidense Woodrow Wilson, debido a la propagación de papers académicos. El abogado consigna que debido a esta inoculación, hoy EE.UU. tiene un «crónico problema de endeudamiento», relacionado con el gasto social. Además, cree que al quitar «la productividad del individuo», este se vuelve «dependiente», fomentando vicios como la drogadicción. Nombra como ejemplo la ciudad de San Francisco. Otros efectos negativos de este parásito, según el autor, serían la destrucción de la familia y mayor criminalidad.
RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL
El quinto parásito, que Kaiser abrevia como RSE, tiene que ver con que, para él, las empresas por sí solas no tienen responsabilidad social porque son «creaciones artificiales, constructos legales y económicos que carecen de voluntad, conciencia y juicio».
Por tanto, el problema sería el actuar de los ejecutivos. Para el abogado chileno, de estar «infectados», estos no actúan según el mandato entregado por los dueños de las empresas, sino por los deseos de grupos fuera de estas.
Apunta a que los empresarios que promueven fines sociales deseables, tal como dijo Milton Friedman en un artículo del New York Times, están realizando «socialismo puro y sin adulterar". Subraya que, para él, el rol de los ejecutivos no es preocuparse de los problemas sociales, es maximizar el valor de los accionistas. Analiza que una adaptación «agresiva» del parásito RSE son los criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza).
DIVERSIDAD, EQUIDAD, INCLUSIÓN
«Si hay un parásito mental que está causando estragos en el corazón de la civilización occidental es el que porta el concepto de diversidad, equidad e inclusión», comenta Kaiser, al cual denomina como DEI.
La idea de que es necesario aplicar, de forma transversal, diversidad, equidad e inclusión a distintas organizaciones «politiza y desvirtúa de su misión original a las instituciones». Cita una serie de ejemplos, entre ellos, el que «un estudiante negro tiene 9 veces más posibilidades de entrar a Harvard que un asiático americano» (en el mismo percentil educativo de notas). Comenta que la ideología DEI, que también se ha infiltrado en el mundo de la música, del arte, es de carácter tribal y que la «práctica más efectiva para contenerlos es el liberalismo clásico y el fomento del capitalismo».
Suma que otro lugar donde el DEl ha causado «estragos es en la migración». Al igual que el economista Thomas Sowell, rechaza el argumento del multiculturalismo, ya que este «simplifica a las culturas», volviéndolas iguales.
«EL BUEN INDÍGENA»
Kaiser da cierre con la explicación de que «la obsesión con la diversidad e inclusión DEl y el multiculturalismo autodestructivo (...) tiene fundamentos en la idea de que el hombre blanco occidental es el ser más despreciable, racista y opresor que haya existido». Esto sería por el «correlato de que el nuevo mundo fue corrompido» por Occidente.
En este punto, Kaiser enumera una serie de escritores históricos que dan origen y masifican el concepto del «buen salvaje», entre ellos, Américo Vespucio y Jean Jacques Rousseau. Pero, también, sus contrarrestantes, como Charles Dickens o las cartas de Hernán Cortés a la Corona española. En el mismo texto, el autor apunta a la existencia de esclavitud en América, previo a la llegada de europeos. Esto, dice Kaiser, es «claramente un producto del sesgo ideológico que impera en la academia».
El chileno termina «7 Parásitos» afirmando que «no ha existido civilización superior en términos morales y materiales que la occidental que está inspirada en la ética cristiana». Esto no significa que no «hubo crímenes propios de occidentales», pero que al menos «se destinaron enormes esfuerzos para combatirlos».
¿Cómo surge la idea del libro? ¿Hay algún evento o contingencia que le lleva a conceptualizar los «parásitos mentales»?
Más que un evento específico, es una evolución intelectual que ha tenido lugar en Occidente y Chile. Ha impactado en nuestro desarrollo institucional, económico y social, de manera muy negativa. Se fundan estos parásitos mentales, estas ideas que se instalan en nuestro sistema nervioso, que son contagiosas y nos impiden pensar racionalmente.
¿Es esto una continuación de sus libros anteriores, de seguir en la «batalla cultural» entre el progresismo de izquierda y el mundo liberal?
Completamente. Es un aporte más, esta vez en una línea más de filosofía política, a la batalla por las ideas. De modo de defender el ideario liberal clásico, que es el que permitió que Occidente, y los países que han aplicado las ideas de la libertad en general, salgan adelante.
Usted introduce el texto con el «parásito de justicia social». Puede llamar la atención, ya que la justicia social no suena dañina, sino más bien positiva.
Todos los parásitos mentales son ideas que suenan bien al principio. Por eso son fáciles de contagiar. La justicia social me parece que es una de las más resistentes, recurrentes y, también diríamos, comunes. Funciona como una categoría de análisis que impide pensar racionalmente. Lleva a las personas a rechazar los resultados del mercado, la libertad individual y a exigir una intervención sistemática del Estado, con todas las consecuencias que eso implica. Por eso partí con el concepto de justicia social. Me parece que está en la esencia, también, de los demás parásitos mentales que trato después. Es como un marco teórico más general.
¿Cuál de los siete parásitos que menciona cree que es el más dañino para la sociedad chilena actual?
El de los derechos sociales. Es tremendo y muy destructivo.
Llama la atención su mención a «la responsabilidad social empresarial». ¿Por qué, a su juicio, afecta el comportamiento de la sociedad?
En su función, el parásito mental de la responsabilidad social empresarial, asume que: uno, la empresa no cumple un rol social (en su función estricta) y dos que tiene que cumplir una serie de funciones que, en realidad, son propias de la esfera política. Que no tienen nada que ver con, digamos, el rol de la empresa como tal, que es crear riqueza, empleo y proveer bienes y servicios de buena calidad, a los mejores precios posibles. Entonces, se le asignan desde obligaciones de cumplir con cuotas de género, de tipo medioambiental o ideológico (...) Se dispone una cultura que empieza a obligar a los dueños a asumir costos que no tendrían que asumir y que, además, terminan por empobrecer a la sociedad. La evidencia que yo cito en el libro muestra que (los criterios) ESG, por ejemplo, son un fraude y un fracaso completo.
¿Quiénes serían los «más vulnerables» a los parásitos mentales?
Yo creo que la gente joven que está en las escuelas y universidades. Porque es ahí donde, normalmente, desarrollas el conjunto de creencias. No se explicaría, si no hubiéramos tenido una pandemia de parásitos mentales, que Boric y el Frente Amplio hayan llegado al poder prometiendo que iban a enterrar al neoliberalismo (...) Pero los parásitos mentales que han hecho daño en nuestro país, vienen de antes y afectan a la gente de derecha, pero hay grados. También tiene personas que creen en la justicia social como un correctivo a las decisiones libres de las personas. Y los argumentos que desmenuzo en el libro no resisten análisis. Algunos son más razonables, pero en general, especialmente por parte de la izquierda, no resisten análisis.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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