Gracias Pelao Vade, gracias Carolina Tohá
Muchas causas nos llevaron a ese callejón sin salida que casi termina por destruir Chile en 2022. Entre ellas, la […]
Publicado en La Segunda, 22.10.2025
Publicado en La Segunda, 22.10.2025
Autor: Fernando Claro
La polémica parasitaria me trajo recuerdos. Me llevó al 2006, cuando Camilo Escalona trató de vampiros chupasangres a los empresarios. Esa vez, era evidente que Escalona utilizaba ese clásico y antiguo lenguaje odioso contra una «clase» de personas —los empresarios—, y no contra unos pocos, ya que repetía una antigua, conocida y maniquea idea, que además se enseña de manera literal en los manuales de odiosidades políticas. Escalona trató de avaros explotadores a una clase fija, los empresarios, y de pobres santos explotados a otra, los trabajadores —¿qué pensará de los políticos?—.
Cristián Valenzuela, el que se ahora burló de los parásitos que viven del Estado, evidentemente, no hizo lo mismo. Él recibe y ha recibido sueldos del Estado, así que se habría autocatalogado de parásito si hubiese hecho algo similar. Se refería, obvio, a los miles de parásitos que reciben sueldos del Estado pero que no hacen nada, y siguen sin hacer nada, con la plata de los chilenos. Esos parásitos son varios miles, como ha demostrado la Contraloría estos meses, descubriendo a vagos que fingen estar enfermos y se van a Cancún —y otros a los casinos—.
«Camilo Escalona trató de avaros explotadores a una clase fija, los empresarios, y de pobres santos explotados a otra, los trabajadores, como se enseña en los manuales de odiosidades políticas».
Es verdad que Valenzuela podría haber sido más claro. Además, no tenía para qué hacer alusión a los operadores políticos de ChileVamos, por innecesario, y porque los Republicanos también tienen y tendrán operadores, pero, en fin, ya pasó. Ese 2006, Escalona insistió en sus dichos, y, ante la escandalera, dijo sorprendido que parecía que andaba mucho vampiro suelto. Luego pidió calma y reculó diciendo que solo se refería a algunos empresarios. Esos pocos chupasangres, dijo, tenían fotos de Allamand enmarcadas en sus oficinas, por defenderlo con sus leyes.
Se me había olvidado Allamand, que lleva años lejos de Chile, en España, dicen que «al fin» en su lugar: sin tener que enfrentar elecciones ni intentando liderar en política, donde perdía todo y convocaba a nadie. Ese vacío generado por el Allamand que hizo política en democracia parece que lo llenó ChileVamos, que se «allamanizó»: en vez de convocar, liderar y articular ideas, se dedicó a pelear y a preocuparse de lo que decían algunos círculos sociales. Extraños flashbacks.
También me vino a la memoria una columna en que yo mismo hablaba de parásitos. Era 2018, y me refería a los Mirlos, pájaros chilenos que dejan sus huevos en nidos de Chincoles o Diucas, quienes terminan empollándolos y luego criando y trabajando para ellos. Quería explayarme sobre Pardow y Espacio Público, hoy de nuevo en la palestra. Votantes del Apruebo e ilustres lucradores del estallide, la desesperación humana y la ignorancia mundial de la pandemia, aseguraban que Piñera jugaba a la ruleta rusa con los chilenos durante la pandemia, cuando ellos, en cambio, ofrecían bondad y ciencia seria, con historial de papers. Quería explayarme, pero, bueno, me fui por las ramas.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
Muchas causas nos llevaron a ese callejón sin salida que casi termina por destruir Chile en 2022. Entre ellas, la […]
Publicado en La Segunda, 22.10.2025La candidata comunista y gobiernista perdió en hombres y mujeres, en viejos y jóvenes, en ricos y pobres, en Santiago […]
Publicado en La Segunda, 22.10.2025En el último debate de Anatel, la candidata oficialista, Jeannette Jara (PC), mencionó que María Corina Machado, principal opositora a […]
Publicado en La Segunda, 22.10.2025«El progreso es imposible sin cambio, y aquellos
que no pueden cambiar sus mentes,
no pueden cambiar nada»