Inicio » Columnas » Liderazgo en tiempos turbulentos… y virulentos
Liderazgo en tiempos turbulentos… y virulentos Publicado en El Libero, 25.03.2020

Liderazgo en tiempos turbulentos… y virulentos

Se dice que las situaciones difíciles —las crisis, por ejemplo— sacan lo mejor y lo peor de nosotros. Pueden estimular la creatividad, la cooperación y la solidaridad. Pueden endurecer el temple y el coraje. O provocar todo lo contrario y llegar al punto de aturdirnos y paralizarnos por el miedo o la confusión, cuando no de hacernos egoístas, insensibles, odiosos y acaso crueles. Todo depende de las circunstancias, de qué valores nos mueven como individuos y grupos, y de qué actitudes exhibimos.

Con los líderes en particular sucede lo mismo. Las situaciones desafiantes les someten a prueba. Y es precisamente bajo la presión más intensa, especialmente en estos tiempos volátiles, inciertos, complejos y ambiguos, cuando se revelan la mentalidad y el carácter de ellos. Porque si bien las habilidades oratorias, el carisma, la capacidad de conducción y de gestión o las redes son de inmensa ayuda, lo que realmente importa y distingue a los buenos de los malos líderes es una poderosa combinación de mentalidad y carácter. A la primera los angloparlantes la llaman mindset, un término muy de moda en el medio empresarial que alude, a grandes rasgos, a cómo pensamos y razonamos. Lo segundo, más asociado a cómo actuamos, está muy bien definido por el Almirante James Stavridis en su libro Sailing True North: Ten Admirals and the Voyage of Character, donde hace un fascinante recorrido por las vidas de grandes hombres de mar con «carácter», como Zheng He, Lord Nelson o Nimitz, entre otros.

Lo que realmente importa y distingue a los buenos de los malos líderes es una poderosa combinación de mentalidad y carácter.

Esta fórmula de mentalidad más carácter contempla, primero, todo aquello que configura la ética del líder, es decir, sus valores, sus principios y su sentido de responsabilidad, ese que el dramaturgo y ex presidente checo Václav Havel, en un discurso de mayo de 1995 en la Universidad de Harvard, llamó a renovar radicalmente para enfrentar esta era. También está el buen juicio, como lo explicaba Sir Isaiah Berlin en On Political Judgement al referirse a la «razón o sabiduría práctica», que demanda conocimiento, inteligencia y sagacidad para comprender e interpretar el complejo universo que nos rodea. Y, pues, nada mejor que un juicio serio y bien formado para asistir a la vital función del pensamiento estratégico.

Hablamos, además, de la visión, de ese arte de ver lo que es invisible para otros, como pensaba el escritor irlandés Jonathan Swift. O el de ver las cosas, no solo como son, sino también como podrían ser. El visionario imagina vívida y creativamente, con racionalidad y agudeza, el potencial, las oportunidades y posibles soluciones prácticas. Proyecta, incluso en medio de la crisis y el caos, futuros probables para actuar con realismo a favor del escenario más deseable.

Finalmente, es crucial y decisiva la actitud, es decir, toda una constelación de atributos que caracteriza a los líderes más valiosos, como la alerta y la originalidad, entendida esta como el no-conformismo, en palabras del autor Adam Grant. Igualmente cuentan la vocación de impacto y servicio, la disposición para la cooperación, la valentía, la empatía y la proactividad. Y, muy importante, eso que los israelíes llaman chutzpah, que significa más o menos «tener agallas», coraje, audacia.

Desde el 18 de octubre del año pasado, cuando estalló lo que estalló, estamos en Chile a prueba, exigente y tremenda como nunca antes. Durante meses sacamos lo peor de nosotros… quizás bastante más que lo mejor, desafortunadamente. Nuestros líderes, de todo oficio e ideología —no solo los políticos—, se mostraron incompetentes en muchos sentidos y momentos. A veces inmaduros, mezquinos, arrogantes. Y nosotros llegamos a actuar así, celebrándoles o expresándonos indolentes y hasta tolerantes con la mediocridad, la violencia y la incivilidad. Comportándonos como masa rabiosa, aplaudiendo la demagogia e inflamando el odio.

Ahora un agente biológico, un microscópico bicho que muere con agua y jabón, pero que nos ataca implacable como plaga divina, nos está apretando terriblemente, sin piedad. A los líderes políticos, culturales, intelectuales, de opinión, de empresa y de sociedad civil les está dando una nueva —¿y última?— oportunidad para sacar lo mejor de sí mismos. Para actuar con más responsabilidad, entereza y madurez. Aparecerán y saldrán fortalecidos los más aptos y virtuosos, ojalá. Los hay. Pero es solo tarea de nosotros identificarlos, apreciarlos y legitimarlos sabiamente. Estos días turbulentos —y virulentos— son la ocasión más propicia para hacerlo y para demostrar nuestra ética, nuestro buen juicio, nuestra visión y nuestra actitud positiva como ciudadanos. Y para ser líderes… ¿por qué no?

.

.

.

Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.

ÚLTIMAS OPINIONES

El delirio institucional del feminismo de género

Estas semanas han dado un golpe directo al feminismo de género, no solo porque los últimos sucesos han dejado al descubierto […]

Publicado en El Libero, 25.03.2020
El delirio institucional del feminismo de género

El candidato material

El triunfo de Donald Trump parece haber derribado las perspectivas identitarias desde las cuales se presumía que los latinos, afroamericanos […]

Publicado en El Libero, 25.03.2020
El candidato material

Trump, Teletones y despilfarro

Entramos en modo «Teletón». Millones contribuyen a esa noble causa. No hay chileno que no haga un esfuerzo. Cuotas de curso, vacas en las oficinas, […]

Publicado en El Libero, 25.03.2020
Trump, Teletones y despilfarro

«La libertad no es un regalo de Dios,
sino una conquista humana»

Súmate a la FPP

¡ Chatea con nosotros !