El delirio institucional del feminismo de género
Estas semanas han dado un golpe directo al feminismo de género, no solo porque los últimos sucesos han dejado al descubierto […]
Publicado en La Segunda, 03.07.2024Hace semanas que conservadores católicos acusaron a los liberales de mantenerse en silencio respecto al dilema de la disforia de género. Sin embargo, el tema estuvo ausente casi por completo de la opinión pública hasta que una periodista por mera vocación, y preocupada por el poder estatal ejercido en niños y sus padres, es decir, por principios liberales, reporteó y publicó su escrito en mayo en Radio Biobío. Se desató un vendaval.
«Hay algo más importante: Quienes no creen en la ciencia, en el derecho preferente de los padres para educar a sus hijos y en la democracia, son los izquierdistas, no los liberales».
Antes de profundizar, tendré que caer en la enumeración de aportes liberales en Chile como lo son el libro del psicólogo social Jonathan Haidt, Malcriando a los jóvenes, publicado en 2019; el libro de Axel Kaiser, Neoinquisición, publicado en 2020; y el debate realizado el martes 19 de junio titulado «El dilema transgénero: biología, psicología y regulación». Si a los conservadores no les interesa leerlos o reportearlos, allá ellos y su sabiduría, pero dada la magnanimidad y preocupación por el silencio rompiente que acusaban, no conocerlos se podría haber calificado de «ignorancia culpable». Como liberal, veo necesario defender también el tránsito de quienes tienen disforia de género. El tema en cuestión es que esto se debe permitir con los resguardos científicos pertinentes en el caso de los remedios e intervenciones quirúrgicas y, ante estas últimas, deberíamos preocuparnos de que personas suficientemente maduras tomen una decisión así, es decir, que no sean niños. Si niños manifiestan disforia, habría que esperar a que maduren y se confirme tal disforia, y no afirmarla inmediatamente, y menos sin el consentimiento de los padres. En todo caso, los católicos, con esta queja, olvidan una famosa máxima popular y ven paja en el ojo ajeno sin ver la viga propia, porque ha sido la Iglesia Católica en Chile, a través de su clínica UC Christus, una de las principales promotoras de las polémicas políticas que se reportearon. Luego de la publicación, las detuvieron.
Esta discusión refleja un problema profundo, que es la obsesión de los conservadores católicos contra los liberales y la modernidad por su carácter pecaminoso, lo que los lleva a discutir falseando lo que pensamos los liberales. Y ojo que no estoy evitando el debate, porque si quieren discutir sobre lo pecaminoso o las catastróficas consecuencias sociológicas del divorcio, el derecho de propiedad o la eutanasia, acá estamos. El punto es que utilicen argumentos sinceros y no distorsionen los nuestros. Sin embargo, hay algo más importante: quienes no creen en la ciencia, en el derecho preferente de los padres para educar a sus hijos y en la democracia, son los izquierdistas, no los liberales, por lo que sería bueno que dejasen de abrazarlos por coincidir en objetivos como buscar el control de la vida de las personas, estar cerca del poder o quién sabe qué. Al igual que a Chile Vamos y a Republicanos, sería bueno recordarles que en 2022 ya caminamos bordeando el despeñadero.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
Estas semanas han dado un golpe directo al feminismo de género, no solo porque los últimos sucesos han dejado al descubierto […]
Publicado en La Segunda, 03.07.2024El triunfo de Donald Trump parece haber derribado las perspectivas identitarias desde las cuales se presumía que los latinos, afroamericanos […]
Publicado en La Segunda, 03.07.2024Entramos en modo «Teletón». Millones contribuyen a esa noble causa. No hay chileno que no haga un esfuerzo. Cuotas de curso, vacas en las oficinas, […]
Publicado en La Segunda, 03.07.2024«La libertad es un derecho humano fundamental,
sin él no hay vida digna»