El delirio institucional del feminismo de género
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El LiberoEl creciente déficit fiscal preocupa cada vez más al gobierno. A pesar de la reciente reforma tributaria, las estimaciones sostienen que el déficit no se revertirá este 2015. Teniendo en cuenta el anuncio realizado a principios de año por Hacienda de que se emitirán bonos por US$ 7.000 millones en el 2015, lo preocupantes es que si bien hay nuevo gabinete, no parece haber un cambio de estrategia en lo que respecta a la política de endeudamiento del gobierno.
Para volver a recuperar las inversiones perdidas es mucho más eficiente recobrar la confianza de los privados y alejarse lo más posible de medidas que se acerquen al populismo, que incrementar la deuda del país comprometiendo a futuras generaciones de chilenos y chilenas.
No es de extrañar que ahora comiencen a observarse nuevos anuncios de emisiones, como los brindados por el nuevo ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, sosteniendo que la emisión de bonos por € 1.390 millones tiene como principal objetivo financiar el déficit fiscal. Por un lado, se coloca deuda con un nuevo papel a 15 años por € 950 millones a una tasa de 2,02%. El monto restante, € 440 millones, en la reapertura de un bono a 2025 con una tasa de 1,47%. Si bien las tasas son baratas comparadas con otros países de la región, debe comprenderse que abusar de esta herramienta trae aparejado riesgos en el futuro. En primera instancia, será otro el gobierno que deberá hacer frente a la deuda emitida, trasladando la responsabilidad a gobiernos futuros.
En segunda instancia, como muy bien señalaron economistas como Ludwig von Mises, Friedrich Hayek, Henry Hazlitt y otros, ¿podrá el Estado utilizar correctamente ese dinero? El capital adquirido debe invertirse y el objetivo de cualquier economía es brindar los bienes y servicios que los ciudadanos demandan. El mecanismo más cercano para alcanzar esta difícil tarea es el mercado. En caso de que el gobierno haga correcto uso del capital obtenido, estaría operando como si lo hubiera hecho el mercado; es decir, los inversores privados. Caso contrario, se estaría destruyendo riqueza en vez de crearla, y la mala asignación del gobierno termina por recaer en todos los ciudadanos.
Por último, sería una lástima deshacer el enorme trabajo de desendeudamiento que realizó el país en los últimos años, que se logró, en parte, atrayendo Inversión Extranjera Directa (IED), cuya ventaja es que genera ingresos que se comportan como flujos y no como stocks. Hasta el 2013, la IED representó el 10,5% de todas las inversiones que arribaron a América Latina y el Caribe, y en el 2012 se había logrado acaparar el 16,6% de las inversiones. En ese sentido, para volver a recuperar las inversiones perdidas es mucho más eficiente y fructífero recobrar la confianza de los privados y alejarse lo más posible de medidas que se acerquen al populismo, que incrementar la deuda del país comprometiendo a futuras generaciones de chilenos y chilenas.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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