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Ganadores y perdedores Publicado en El Mercurio, 23.11.2025

Ganadores y perdedores

En mi profesión se conocen muchos colegas de todo tipo. Desde uno que, cuando supo que yo veraneaba en Tongoy, me dijo que él prefería Guanaqueros porque Tongoy era muy «cuico», hasta otro con el cual me encuentro un día en la Corte después de un alegato y le pregunto: «¿Ganaste?». Y me responde: «No colega, lo importante no es ganar, sino que los demás pierdan».

Esa frase puede ser el slogan del Frente Amplismo. Ellos lograron que todos perdieran en Chile. Los indígenas intimidados por los violentistas y estancados en su progreso; la educación pública de mal en peor (salvo por los Colegios Bicentenarios que ahora el FA les quiere quitar presupuesto para que también pierdan); el empleo femenino que sigue disminuyendo; la inversión que recién ahora empieza a repuntar; la productividad que siguió retrocediendo; los salmoneros, agricultores y mineros amenazados. Y de los constructores mejor no hablar. Lo único que ha crecido con el gobierno son las colas en salud, la deuda fiscal, los funcionarios públicos y el desempleo.

«A veces, se puede ganar perdiendo. Mi victoria fue la derrota de la izquierda chilena, reducida a menos del 30%. Es una trifecta: fracasó su gobierno, su relato y su candidata. Eso no es casual: es el resultado del segundo peor gobierno de la historia después del de Allende».

Por eso, cuando me preguntan por el resultado del domingo y mi derrota con Matthei, me consuelo con la frase de mi colega y pienso que, a veces, se puede ganar perdiendo. Mi victoria fue la derrota de la izquierda chilena, reducida a menos del 30%. Es una trifecta: fracasó su gobierno, su relato y su candidata. Eso no es casual: es el resultado del segundo peor gobierno de la historia después del de Allende. Según chat GPT, el 80% del programa de Artés era el de Allende. Hoy Artés y sus propuestas transitan de la risa al patetismo. De ahí viene el dicho que la historia se repite primero como tragedia y después como comedia.

El gran ganador fue Kast. Pero como es serio y poco folklórico, me quiero detener en el otro ganador, el extremista de centro Franco Parisi. ¡Ese sí que hizo buen negocio! No sólo por los casi 4 millones de dólares que los sufridos contribuyentes le vamos a tener que pagar por su campaña, sino porque cree tener el voto dirimente, o «casting vote» (para que Franco me entienda).  Y por eso se pavonea como una primadonna. Mi consejo para él es no olvidar la frase «Sic transit gloria mundi» - o en versión Peter Veneno, «la fama es emífera»- y no agrandarse de más.

Yo no creo que su PDG sea muy controlable ni menos que su caudal electoral vaya a seguirlo. Pero como nadie puede estar seguro, esto le dará mucha publicidad gratuita por un rato y la posibilidad de negociar su apoyo. Seamos francos, Franco es un artista: mujeriego, enchulador de viejas, tuneador de autos, papá corazón y ahora se siente -aunque no lo sea- el definidor de la segunda vuelta. Nadie hubiera pensado que con ese CV habría sacado 20%, pero ahí está. Su lema «ni facho ni comunacho», su acusación de acoso sexual y su manejo escénico comunicacional, lo han transformado en la versión «Temu» de Trump. Sus electores quieren bajar el gasto público, terminar con los pitutos y bajar impuestos, temas más cercanos a Kast que a Jara, pero él igual se mantiene ambivalente, esperando ofertas.

La que perdió ganando fue la derecha. Varias listas la desangraron, impidiendo que eligiera 3 senadores más y tuviera una cómoda mayoría en ambas cámaras. ¿Culpables?: Ninguno, ¿responsables?: todos. En la lucha entre derechas, ganó la UDI no piñerista contra la piñerista. Esta partió su decadencia perdiendo su quilla ideológica, dejándose llevar por el cosismo primero y el bacheletismo-aliancista después de Lavín. Después abandonando la UDI Popular, y permitiendo que algunos de los suyos se fueran y formaran un partido a su derecha. Ganaron los más ortodoxos, que en el pasado alguna vez apoyaron, -con más resignación que entusiasmo- a Chile Vamos y a Piñera, pero nunca estuvieron cómodos ni con su pragmatismo ni con su negativa a dar las peleas ideológicas profundas. En definitiva porque se asimiló a RN, y la gente siempre prefiere al original.

Los partidos de Chile Vamos deben repensar por qué su discurso no tuvo tracción en la ciudadanía descontenta. La agenda de Evópoli es de una sofisticación mayor a la que demanda la ruda y maniquea realidad nacional. RN tiene un problema porque su idea de derecha social terminó siendo percibida más como social que como derecha. A la UDI no le fue mejor porque sus cuadros y su infantería se fueron a Republicanos (Squella, Kast, Trisotti, etc… son ex UDI). Hoy, con liderazgos debilitados, sin una épica partidaria y con sus bases emigrando, corre el riesgo de caer en la irrelevancia. Dicho eso, aprendamos de Evelyn que dio el ejemplo y se cuadró inmediatamente. Y a ponerse a trabajar por Kast, porque, no se olvide, lo importante no es ganar sino que pierdan Jara y el PC.

Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.

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